capítulo 5

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Rachel se quedó un rato más hasta que uno de los guardias llegó y la sacó a la fuerza ya que la estaban esperando.

Kendall volvió a quedar sola y se puso a imaginar en cómo sería su vida fuera de ese lugar, lejos de James, de Theo, los guardias, los clientes,  de ese encierro, y le encantó.

Salió a buscar comida a la cocina, donde comandaba mamá Lucy, una señora de cincuenta años que siempre fue muy amable con ella.

Trabajaba en ese lugar desde hacía un buen tiempo ya y por lo que sabía, no estaba  en ese lugar por gusto sino más bien porque  era amenazada con la vida de sus hijos si ella decía algo acerca de ese sitio. La mujer era vigilada segundo a segundo una vez que salía de trabajar.

Antes de entrar a la cocina Kendall escuchó que mamá Lucy estaba hablando con alguien.

- Hiciste lo correcto. Eso los mantendrá a salvo a ambos – dijo la mujer mayor.

- Lo sé. Pero lo que hizo ella... Eso no se lo voy a perdonar nunca.

Kendall sintió un revoloteo en el estómago al escuchar la voz de Gabe.

- Mi niño, no seas tan duro. Eres un hombre maravilloso y claro que ya la perdonaste.

Kendall supo de inmediato que estaban hablando de ella y se sintió mal de saber que Gabe estaba muy molesto con ella, a pesar de que ella también estaba molesta con él.

Entró a la cocina haciendo de cuenta y caso que no había escuchado nada.

No se volteó a ver a Gabe, pero por el rabillo del ojo lo vio observarla con dureza. Andaba de la ropa nueva que James le había comprado. Unos jeans cortos y una camiseta de una marca extraña que no pudo pronunciar y unas sandalias bajas y estaba maquillada. Nunca había sido vista vestida tan arreglada y bonita.

- Hola mamá Lucy – ella le dio un beso en la mejilla. Era una mujer bastante baja de estatura y Kendall la sobrepasaba por mucho.

- Hola preciosa – mamá Lucy le tomó las manos y le dio un apretón suave.

- Huele delicioso – Kendall le sonrió.

- Estoy haciendo tu plato favorito. James me lo ha pedido personalmente - le dijo con seriedad.

Kendall se tensó de inmediato ya que Gabe estaba presente.

- ¿Me puedo llevar un plato? – le dijo ella con disimulo

- Claro mi niña.

Cuando se dio vuelta para buscar un plato vio que ya todo estaba guardado en la alacena.

Gabe debió guardarlos porque estaban en un lugar bastante alto, incluso para ella.

Se alzó en la punta de los pies y aun así no alcanzó.

Suspiro frustrada. Gabe parecía divertido de verla en esa situación.

Fue por un banco para subirse y cuando tomó el maldito plato entre sus manos perdió el equilibrio y solo vio como toda la loza le caía encima.

Escuchó un grito de mamá Lucy y después de ahí los oídos le resonaron con mucha fuerza.

- Amor, Kendall, ¿estás bien? – le preguntó la señora con preocupación.

- Si, si, si, si estoy bien – le dijo tratando de recobrar el sentido

- ¿Acaso eres estúpida? – le preguntó Gabe.

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora