Capítulo 44 (Sin Editar)

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Will estaba revisando el expediente de su paciente cuya operación había sido cuatro días atrás y todo estaba yendo de maravillas con la recuperación del hombre.

Al menos estaba todo bien con respecto a su trabajo.

—Stewart, ¿qué tal va tu mujer? —Abigail, la ginecóloga de Ellie le preguntó cuando esta pasó por su consultorio.

—Igual, los vómitos y mareos son constantes pero esta siguiendo tus consejos al pie de la letra.

—Es bueno oír eso —Abi entró y se sentó con confianza.

—¿No tienes trabajo que hacer? —Will despegó la vista del expediente y le dedicó una mirada malhumorada a su colega.

—Ya terminé mi turno de hoy —Abi le sonrió—. Solo me acerco a ti porque todos hemos notado tu humor de perros hoy y nadie se atreve a preguntarte nada.

Will siempre admiró la facilidad con la que Abigail decía las cosas, sin  andarse con rodeos, le recordaba en cierta parte a Leila. Pero en ese momento no era buena compañía para nadie, estaba aun molesto con Ellie y su terquedad; ella sabía que era peligroso que salir a la calle así sin más y sobre todo con James tan cerca, pero ella estaba empeñada en que iba a seguir con su vida como si nada estuviese pasando.

Will amaba su tenacidad y ganas de superación pero en ese momento era más importante que estuviese segura y a salvo, no solo por ella sino por el pequeño intruso, pero ella no parecía entender eso y a él lo frustraba.

—No pasa nada —le respondió Will a su compañera.

—¿Problemas en casa? —indagó la mujer.

—No.

—De acuerdo testarudo, cuando quieras hablar de lo que seas aquí tienes una amiga. Saluda a Ellie de mi parte—la mujer se levantó de la silla y se encaminó hasta la puerta—. Nos vemos mañana colega.

—Hasta mañana Abi —le respondió Will sonriéndole.

Término su trabajo y se dirigió hasta el estacionamiento, debía ir a visitar a sus padres y a Jesse, la noche anterior alegó que no había podido ir debido al trabajo pero ahora ya no podía darles más vueltas.

Su móvil vibró en el bolsillo de su pantalón y se extrañó de ver quien era.

—Hola Lena —saludó él.

—Will, will, por favor ayúdame —la voz de Elena apenas era un susurro.

—¿Lena, que ocurre? —Will se quedó inmóvil en la puerta del auto.

—Estoy en el restaurante —volvió a susurrar—. Tienes que venir antes que él —le suplicó su amiga.

Will se subió al auto sin pensarlo dos veces y se puso en marcha al restaurante de la mujer.

—Lena, cálmate y dime que ocurre.

Pasaron varios segundos en los que solo escuchó los sollozos de Elena.

—Will... James me ha engañado toda la vida —lloró ella con amargura—.¡No se como no me di cuenta desde antes!

—Lena, cálmate porque no te estoy entendiendo.

Will salió a la autopista y el tráfico era de locos.

Maldijo para sus adentros.

—James se ha estado comportando muy extraño desde el día en el que reinaguramos el restaurante, pero quise creer que eran cosas mías pero noté como su carácter empezó a cambiar de manera drástica desde ese día. Ya no era el hombre dulce y amable que yo conocía, ahora todo el tiempo anda de malhumor, nervioso, a la defensiva, me esquiva cada ve que quiero estar con él y no comprendía porque...

Una Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora