Capítulo 47 (Sin Editar)

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Logró escabullirse apenas del agarré del tipo.

Salió de la asquerosa habitación y no se detuvo a pensar hacía donde dirigirse, solo corrió por el pasillo interminable y vio unas escaleras que conducían a una segunda planta así que subió el tramo a toda velocidad.

Las piernas le dolian, sentía que los pulmones le ardían, el aire le estaba faltando y el cuerpo entero le temblaba pero dejo ese asunto en un segundo plano al oír los gritos de James cerca de donde ella estaba.

Trató de abrir varias puertas pero estaba con el seguro puesto. Lloró por pura frustración al saber que se estaba quedando sin tiempo para buscar alguna salida de ese lugar.

Una de las puertas a mitad del pasillo se abrió y Ellie corrió esperanzada hasta ella pero se topó de bruces con un hombre al que reconocería en cualquier lugar del mundo.

Era calvo, delgado, mucho más alto que James y con una mirada oscura casi diabólica que aun  conservaba sin importar los años que hubieran pasado.

Era Theo, el inseparable acompañante de James.

El hombre no perdió tiempo, la jaló de los cabellos para evitar que saliera corriendo y la hizo ingresar a la habitación de donde venía saliendo.

—¡Salgan! —ordenó el sujeto con voz áspera.

Dos chicas semidesnudas y que estaban llorando, salieron corriendo ante la orden del hombre.

Theo la tiró al suelo sin ninguna delicadeza.

—¡Kendall!

La voz iracunda de James la hizo estremecerse y pudo verlo de pie en el marco de la puerta. Theo salió del cuarto y la dejó a solas con James.

El hombre cerró la puerta con más fuerza de la necesaria y se acercó a ella a paso lento e hizo que Ellie sintiera más miedo.

Se agachó hasta su altura y la obligó a verlo a los ojos.

Sin querer Ellie sonrió al ver lo que había logrado con sus golpes. James había quedado peor que antes.

Notó que el hombre estaba reprimiendo el deseo de golpearla por la forma en que apretaba la mandíbula y los puños y por como el puente de su nariz de ensanchaba.

—No hay salida de este lugar mi vida —susurró él dándole un beso fugaz en los labios. Ellie sintió el impulso de vomitarle encima pero lo pensó mejor. A ese hombre no podía pasarle por la mente que ella estaba embarazada.

—Siempre hay una salida —lo contradijo ella, apretando los dientes.

—Dime donde esta el niño —le exigió el ojiazul aprisionandola contra el suelo y su cuerpo.

—¿De verdad piensas que te voy a decir dónde esta mi hijo? —le preguntó Ellie, apartando la cara, lo tenía demasiado cerca.

—Lo vas a hacer cariño, te lo aseguro.

Ellie lo volteó a ver y este le sonreía con amabilidad, justo de la misma manera que cuando lo conoció.

—Primero me matas antes de ponerte a mi hijo al frente.

—No, no será necesario matarte a ti —James habló al tiempo que pasaba sus manos por la cintura de la joven—. Pero si no me das lo que quiero, todo lo que yo quiero; tus padres, tus hermanos y hasta la misma familia del fallecido Will van a pagar por tu silencio.

Ellie supo que James no estaba jugando ante esa amenaza, estaba cien por ciento segura de que era capaz de hacer cualquier cosa pero ella también lo era, Christopher era lo más importante que tenía en la vida y lo protegería a sin importar nada. Y sabía que Liam, cuidaría bien de su pequeño y de su familia también así que eso era lo único que la hacía mantener la esperanza.

Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now