Capítulo 40 (Sin Editar)

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—Mi bebe, mi bebe esta conmigo otra vez —sollozó su madre besando su frente y sus mejillas y acariciando su cabello.

Su padre se acercó un poco y Ellie vio las lágrimas que caían de sus ojos, sus labios estaban fruncidos en forma de un puchero. Eran los mismos pucheros que Chris hacía cuando trataba de contener las las lágrimas.

Su madre los tomó de las manos a ambos y sonrió entre el llanto.

—Mi amor, te presento a tu padre, Christopher—ambos se veían directamente a los ojos y Ellie sintió que ese hombre podía ver a través de su alma.

Ellie le sonrió mientras su labio inferior temblaba debido a una nueva oleada de lagrimas que se avecinaban.

—No sabes lo mucho que le he pedido a la vida que mis ojos pudieran verte nuevamente mi niña —dijo el hombre rindiéndose al llanto y abrazándola con mucha más fuerza que su madre.

Ahora fue el turno de Ellie en sentirse diminuta en comparación a la altura de su padre y se sintió como una niña pequeña que abrazaba a su padre, se sintió protegida entre sus brazos.

Su padre acunó su rostro entre sus grandes manos y le beso la punta de la nariz.

Ellie escondió el rostro entre sus manos y lloró más cuando a su mente llegó un recuerdo de un hombre haciendo eso mismo a una niña pequeña.

Esa niña había sido ella. Ese era el beso que su padre le daba a ella y a sus hermanos antes de ir a la cama.

Ellie recordó a su hermana de pronto y sus ojos se encontraron con los de una mujer muy parecida a ella físicamente, pero con una cabellera rubia larga y ondulada y los mismos ojos azul eléctricos de su madre que estaba abrazada de Liam.

Ella, al igual que todos en la estancia estaba llorando pero mantenía una gran sonrisa  a diferencia de los demás.

Ellie se le acercó y le preguntó a Liam:

—¿Es ella?

Liam asintió, sonriendo ampliamente

Su hermano le había contado muchas anécdotas acerca de Quinn y de como siempre la defendió a ella por sobre su hermano mayor,  Quinn había sido quien jugara con ella cuando las demás niñas la dejaban a un lado por ser muy pequeña , ella era quien le había enseñado como se bajaba correctamente de un columpio y un tobogán.

—Hola —la saludó Ellie.

Quinn se acercó a ella y la abrazó con delicadeza.

—Sabía que este cabezota te encontraría, osita —murmuró con la voz entrecortada.

—Me alegro tanto de que lo haya hecho —respondió Ellie sonriéndole a Liam y ofreciéndole una mano.

Minutos después otros familiares, entre tíos y primos se presentaron con ella y expresaron su felicidad en verla nuevamente y sobretodo verla tan bien y feliz.

William fue presentado debidamente ante sus familiares y fue aceptado de inmediato por todos los miembros.

Ellie poco a poco fue saltándose y relajándose, William estaba a su lado y era tratado con mucho cariño al igual que ella, nadie tocaba temas incómodos, solo le hablaban de historias de cuando era pequeña, de las travesuras que hacían sus hermanos y la culpaban a ella por ser la más pequeña y no podía  defenderse.

Ellie se sentía cómoda con ellos y a pesar de que no sentía a Shreveport como su hogar, esas personas que estaba allí dándole la bienvenida nuevamente si eran su hogar, eran el hogar que le había sido arrebatado y ahora estaba de regreso con ellos.

—¿Dónde están Leila y Chris? — le preguntó Liam al cabo de un rato. Se sintió tan mal de haberse olvidado de ellos, pero en ese momento era tantas cosas juntas que fue inevitable.

—Ya vienen para acá, estaban en casa con mi esposa y tu sobrina —le respondió Liam alborotando su cabello a como lo hacía con Chris.

No pasaron ni cinco minutos cuando escuchó la vocecita de su hijo.

—¡Mami!

Chris, su pequeño corrió hasta donde estaba ella y la abrazó con fuerza por la cintura mientras lloraba.

—Hola mi amor —Ellie se agachó hasta su altura y le dio besos muy sonoros en las mejillas.

—Te extrañé mucho —Chris le acarició las mejillas y la volvió a abrazar.

—Yo también te extrañé mi niño.

Ellie observó a Leila de pie junto a William y le sonría.

La joven se levantó y corrió a abrazar a su hermana, a ella también la había echado de menos.

—No sabes lo feliz que me hace saber que estas aquí —dijo Leila. Sus ojos estaban enrojecidos, señal de que había estado llorando con antelación y Ellie presintió que esas lágrimas no eran debido a ella. 

Iba a preguntarle si todo estaba bien cuando otra vocecita, pero esta vez una femenina resonó por toda la estancia. 

—¡Papá!

Ellie prestó atención a la pequeña niña rubia que estaba en brazos de una mujer bajita, cabello oscuro y rizado, piel clara.

—Hola mi cielo —Liam corrió hasta el lado de su esposa y su hija y las abrazó a ambas.

Ellie sonrió al ver a su hermano relajado, por lo general estaba siempre tenso y con la guardia en alto.

Pasaron una noche bastante amena al lado de todas esas personas y cuando Will dijo que debía irse al hotel en el que había reservado una habitación, su madre se negó en rotundo y le dijo que en casa había espacio suficiente para que él se quedara.

Ellie por primera vez en la vida disfrutó lo que realmente era el calor de un hogar al lado de sus padres, sus tres hermanos, su hijo, su sobrina, cuñada, con Will y sobretodo con el pequeño intruso, quien al parecer también estaba feliz y decidió portarse bien y no hacer de las suyas por esa noche.





Una Segunda OportunidadWhere stories live. Discover now