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Ella lo observó caminar de un lado hacia el otro. Tenía asco. Tenía miedo. Solo el hecho de tener a Amara en brazos la mantenía con calma. Pero la realidad era que no estaba segura de qué hacer. Bajó la mirada a su hija. Se había quedado dormida contra su pecho. Se veía tranquila, en paz, totalmente ajena al peligro que las rodeaba.

-Voy a darte todo el dinero que quieras -las palabras salieron con dificultad de sus labios. Tragó, intentado calmarse -Solo... por favor, déjame ir.

-¿Acaso crees que soy estúpido, niña? -inquirió él sin mirarla -Toda la maldita policía de Nueva York está rodeando la casa. No hay forma de escapar -entonces se detuvo a verla. Mia agarró con fuerza a su hija -Pero tú entraste sin que nadie te viera, así que podemos salir de la misma manera.

-Robert, ¿Por qué haces esto? -preguntó mientras se ponía de pie.

-No tengo que darte explicaciones, mocosa.

-Yo sé que tú estabas en el auto en el que murió... la abuela -le dijo. Robert se detuvo en ese momento y la miró. Mia vio el odio en sus ojos. El odio, el dolor.

-Sí -su voz era monstruosamente calma, a comparación de su mirada -Yo maté a mi madre, Mia. Tu abuelo se encargó de recordármelo cada día de mi vida. Así que pierdes tu tiempo conmigo. Soy un monstruo. Ahora -sacó un arma. Ella se tensó -Es hora de salir, hija.

-No es necesario el arma -gruñó entre dientes y comenzó a caminar.

-Uno nunca sabe cuando puede necesitarla, hija.

-No me digas hija, basura -ya estaba cansada, enojada, no quería soportar más aquella situación -Solo déjame darle a la niña a su padre. Ella no tiene la culpa de nada. Esto es entre tú y yo.

-Esa mocosita es mi única arma contra la policía, Mia -dijo él -Ahora cierra la boca y salgamos de aquí.

Mia apretó los dientes para no insultar. Sabía que agrediéndolo no ganaría nada, solo su enojo. Y ella estaba segura de que él era capaz de hacerles daño a amabas. Besó el rostro de su pequeña y comenzó a caminar.

Robert la seguía detrás, con el arma en mano. No estaba dispuesto a rendirse, no ahora. Ya no tenía absolutamente más nada que perder. Era él o ellas. Y en realidad no le importaba. Ni siquiera estaba seguro de lo que estaba haciendo. Solo sabía que no quería ir a la cárcel.

La morena caminó hasta detenerse en la puerta de un viejo armario, que se convertía en bodega y cuando él era niño era utilizada para guardar muebles. Miró extrañado como ella entraba. Sin dudarlo la siguió.

-Necesito luz -habló ella. Robert sacó su teléfono para iluminar el camino. El lugar se veía sucio y bastante abandonado. Mia caminó hacia otra puerta más pequeña.

-¿Qué es esto? -preguntó él.

-La salida -dijo cortante. La puerta se abrió y ambos ingresaron. Robert levantó la luz para poder observar por donde caminaban.

-No sabía que esto estaba aquí.

Mia no contestó. Él era un cínico. Siguió caminando despacio, ya que llevaba a su hija dormida con ella. Pero el tiempo se le estaba acabando. Y tenía que encontrar una forma de escapar de él. Por lo menos para poner a salvo a su pequeña.

*

Zayn se alejó del grupo de policías que hablaban con el detective. Su madre estaba sentada dentro de uno de los patrulleros. Se acercó despacio.

Tricia levantó la mirada cuando sintió la proximidad de alguien. Ver el rostro cansado de su hijo le hizo doler el pecho. Él se arrodillo frente a ella.

It's Complicated  » ZaynWhere stories live. Discover now