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Llegó a su casa y tiró su chaqueta sobre la mesa. Se dirigió a la cocina, prendió el agua de la pava y luego entró al baño. Estaba de mal humor. Sí, de un muy malo, feo, horrible y exasperante mal humor. Y todo se lo debía a aquella pequeña enana candente.

¿Cómo fue que él terminó así?

No tenía ninguna intención de involucrarse con ninguna mujer mientras las cosas con Perrie estaban entre 'se terminó' y 'aun te amo'

La había traicionado. Saber aquello fue un golpe bajo. A pesar de muchas cosas, Perrie, no se merecía aquello. Ella lo quería. Él la quería...

Golpeó la pared del baño con fuerza. Se sentía un completo mal nacido. Se maldijo a si mismo, maldijo a Mia y maldijo haberla deseado tanto.

Maldita lujuria, solo sirve para hacer que uno se convierta en un asqueroso y perverso sexopata.

Abrió la ducha y se metió bajo el agua fría. Era eso lo que él necesitaba para calmarse. Eso y un buen café.

Tomó el jabón y estaba dispuesto a pasárselo, pero se detuvo. Se detuvo porque percibió el suave aroma de Mia en su piel.

Con ella había perdido todo lo que no había perdido con otra mujer. La cabeza, el control, el amor por Perrie. Todo... absolutamente todo. En aquellas horas de desenfreno él no había sido el de siempre.

¿Cómo podía una mujer que ni siquiera conocía o lo conocía a él, hacerlo sentir de aquella manera? ¿Por qué la lujuria y el deseo habían sobrepasado lo que él le tenía a Perrie? ¿Acaso había algo más en todo eso?

No, no había nada. Sacudió la cabeza y se enjabonó. Ya no quería nada que le recordara su traición. Por suerte, Mia, había sido sensata y lo había echado. Tal vez si ella no hubiese reaccionado así... ahora estaría metido en un lío aun mayor.

Pero a una parte de él le hubiese gustado quedarse y conocerla más. Físicamente ya lo había hecho. Y sintió que necesitaba haberla conocido de otra manera. Pero por algo no había sido así. Por algo todo había quedado en solo la mejor noche de sexo de toda su vida. Ese era el destino de ellos dos... haberse conocido tanto, pero nada a la vez.

Apagó el agua cuando terminó de enjuagarse. Ya no tenía sentido que siguiera pensando en esa mujer. Jamás volvería a verla y con el tiempo la olvidaría. Seguramente ella haría lo mismo. Y todos felices y contentos.

Entró a su cuarto y se tiró pesadamente en la cama. Colocó sus brazos detrás de su cabeza y miró fijamente el techo. ¿Iba a poder olvidarse de ella dentro de tres horas cuando Perrie viniera a reclamarle que le había colgado anoche?

Una media sonrisa se dibujó en su rostro. No, no iba a poder. Se puso de pie y se fue a cambiar. Dentro de cualquier momento Niall lo iba a llamar para decirle que ya estaba abajo en el taller.

Sí, su casa estaba sobre su taller mecánico. Se levantaba, bajaba unas escaleras y ya estaba trabajando. Le encantaba lo que hacía.

Fue a la cocina y se preparó un café. Eso lo ayudaría a pasar un poco mejor el día. El dolor de cabeza lo estaba matando. Escuchó que alguien tocaba la puerta.

-¡Esta abierto! -gritó mientras le daba un sorbo a su taza.

-¡Buenos días, hermano! -un contentísimo Niall entró. Zayn arqueó una ceja. Casi siempre cuando era sábado y había que trabajar, Niall, estaba de mal humor.

Entró a la cocina y se detuvo para mirar a Zayn. El moreno tenía cara de no haber dormido mucho. Niall se preguntó por qué.

-¿Por qué tan contento, Horan? -quiso saber Zayn.

It's Complicated  » ZaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora