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A Brittany Stone casi le da un infarto cuando entró al cuarto de su mejor amiga y un mar de pañuelitos descartables se le cayó encima. Esto no podía ser peor de lo que era. Mia no podía haber caído tan bajo por el infeliz de Adam.

¿Cuántas veces ella le había dicho que él era un idiota hijo de puta? Miles.

¿Mia la había escuchado? Nunca.

Soltó un suspiro y corriendo los asquerosos pañuelos con la punta del pie se acercó a la cama y se sentó al lado del cuerpo inmóvil de la morena. Estaba tirada boca abajo, con un horroroso pijama de abuela puesto.

-¿Hasta cuando piensas seguir así? -le preguntó.

Escuchó un sollozo dentro de la almohada. Puso los ojos en blanco.

-Hasta que me deshidrate y me muera -escuchó que ella decía.

-Mia, por favor, tienes que dejar de llorar -exclamó nerviosa -Está bien... ya pasó. El maldito idiota eligió irse con una pechugona de piernas largas. Ya está, fin del tema... Es hora de que lo superes, hermana.

Bien... eso pude haber sido un poco brusco. Pero alguien necesitaba sacarla de aquella habitación o de verdad moriría deshidratada.

Mia levantó la cabeza de la almohada y la miró de costado. Brittany pudo ver el resentimiento de sus marrones ojos.

-¿Sabes? No eres precisamente algo a lo que llamarían amiga -le aseguró.

La rubia dejó escapar el aire lentamente. Le hizo un gesto para que se moviera un poco y le hiciera lugar en la cama. Ella de mala gana se movió.

Cuando ambas estuvieron acostadas y cómodas, la rubia decidió hablar.

-Verdaderamente, Mia, no puedes seguir así.

Ambas miraban fijamente el techo de la habitación. El techo era tan blanco que había comenzado a marearlas.

-No puedo estar de otra forma.

-Sí, sí puedes.

La morena negó con la cabeza y volvió a hundir el rostro en la almohada. Hacía más de un mes que estaba encerrada en su casa, en su habitación, llorando a mares porque su novio la había dejado para irse a Paris con una rubia pechugona.

¿Por qué preferían un par de tetas que unas buenas neuronas? ¿O un culo parado que una conversación fluida?

-No, no quiero dejar de llorar... no quiero -sollozó ella.

-Pero, Mia, así no puedes seguir. Tus padres están muy preocupados. Tu abuelo no deja de preguntar por ti... hace más de un mes que no vas a trabajar.

-Sí claro, preocupados -murmuró -Y no pienso hacerlo -le aseguró.

-¿Ya no estás más con Andrés, cierto? -le preguntó.

Mia levantó un poco la mirada para encontrarse con la mirada celeste de Brittany. Su mejor amiga había estado a su lado desde el día en que el maldito de Adam le había roto el corazón... por teléfono.

-No, Andrés se ha ido hace un par de días -le contestó.

-Entonces no tienes excusa -dijo la rubia esbozando una sonrisa triunfadora.

-¿Para qué?

-Hoy a la noche vamos a ir a una fiesta, quieras o no.

-Brittany, no estoy para fiestas -chilló.

-¡Por dios, Mia Bennett-la voz de Brittany salió enojada -No puedes seguir llorando por ese infeliz. Tienes 23 años, eres joven y hermosa ¿sabes cuantos hombres sueñan con estar con una mujer como tú?

It's Complicated  » ZaynWhere stories live. Discover now