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Cinco semanas después (Un mes y una semana)

28 de septiembre del 2010.


El otoño ya se hacía sentir en Nueva York...


¿Por qué demonios se sentía tan mal? Odiaba estar así, y todavía estaba intentando encontrar el motivo. Hacía exactamente una semana que no dejaba de tener nauseas, vomitar, dormir como osa, llorar como loca. Era horrible. Un asco. Una mierda.

Su humor cambiaba cada dos minutos. Y cada día tenía más hambre. En ese momento su estomago gruñó. Ella se miró el vientre indignada.

-Debes estar bromeando -le dijo a su panza -¡Comí como una chancha hace menos de una hora!

Se puso de pie y un mareo la invadió. Se agarró de su escritorio y cerró los ojos para retomar el equilibrio. Respiró profundamente, para seguir con calma. Sí, tenía que mantener la calma.

En unos días ella sabría el motivo de su maldito mal estar. Por suerte ayer por la tarde se había tomado unas horas en la oficina y había ido a visitar a su médica de cabecera. Habían tenido una larga y fluida conversación. Habían hablado de cosas triviales, de cosas serias y de los cambios que Mia quería para su vida.

-Necesito un cambio en mi vida, Clara. Algo, lo que sea. Pero lo necesito lo más pronto posible...

Le había dicho a su doctora. Clara Molina era un poco más que su médica. Era como una amiga que la atendía por chequeo o cuando se sentía mal.

Desde que Mia había vuelto al trabajo todo eran problemas y más problemas. Estaba realmente estresada. Su abuelo había dejado caer todas las responsabilidades de la empresa en ella. Casi era tomada como la presidenta del lugar y todo pasaba por sus manos. Mia esto, Mia aquello... ¡Mia no encontramos los datos de ayer! Mia la contraseña del correo. Mia, Mia, Mia...

Verdaderamente iba a perder el juicio si seguía así. Odiaba la empresa, odiaba la responsabilidad de tener que manejarla. Odiaba ser una Bennett. Simplemente odiaba su vida. Desde que el infeliz de Adam la había dejado todo iba de mal en peor.

La puerta de su oficina sonó. Soltó un suspiro.

-Adelante -dijo.

La puerta se abrió y su mejor amiga entró. Mia le dedicó una pequeña sonrisa. Por suerte contaba con la ayuda de su hermana del alma.

-Mia, tu abuelo quiere verte -le informó.

-¿Ahora? -inquirió ella. Brittany asintió -¿Sabes que es lo que quiere?

-No realmente. Solo me dijo: Brittany, tráeme a Mia -dijo tratando de imitar la rasposa y grave voz de Anthony Mia.

Mia se sentó pesadamente en su mullida silla giratoria, ya que se sintió repentinamente agotada.

-Estoy tan cansada -murmuró y sus ojos se llenaron de lágrimas.

Otra vez su lado sensible salía a flote. Pero no quería ir a ver a su abuelo. No quería recibir otro sermón, otro discurso sin sentido y regaños por haber 'perdido' a Adam. No quería escuchar sus quejas, ni que le dijera que todo en la empresa estaba mal y que ella era un desastre. Simplemente no lo quería.

Brittany se acercó a ella y se inclinó a su lado. Tomó su mano y la apretó suavemente.

-¿Qué pasa, amiga? -le preguntó preocupada -Hace días que estás tan... rara.

Mia se sorbió la nariz y la miró. Ni ella sabía lo que le estaba pasando.

-No lo sé, Britt -aseguró.

It's Complicated  » ZaynWhere stories live. Discover now