Capítulo 17 (Sin Editar)

Începe de la început
                                    

-No quiero ir a casa. Tengo curiosidad por conocer ese ático tuyo -murmuro ella sin quitar la vista del frente.

Por el rabillo del ojo pudo ver como la comisura de los labios de Will se levanto en un arrebato de sonrisa.

-Tus deseos son ordenes -la voz ronca de Will la hizo sonreía abiertamente.

Estaba nerviosa, de eso no tenía duda alguna, pero ese hombre la hacia sentir segura de muchas maneras; era cariñoso, gracioso, muy tierno, compasivo, se veía que adoraba a su familia y se había colado en su corazón de manera permanente.

Diablos, era perfecto. ¿Que había hecho ella para ganar a ese hombre?

Sabía que aun tenía sus reservas con él y no era su culpa, sino de ella, ya que no podía ser honesta con él, a como él lo era con ella.

La joven había decidido contarle algo acerca de su pasado, aunque eso fuera una realidad distorsionada del mismo, ya que no se sentía preparada para decirle toda la verdad, al menos no aun.

Y la verdad, dudaba que llegara a hacerlo algún día; todavía le dolía solo pensar en ello.

-Te perdiste nuevamente.

Ellie prestó atención a las palabras de William.

-No es nada -Ellie le restó importancia al asunto y le sonrió más abiertamente.

Will condujo hasta el centro de la cuidad a una velocidad alta y Ellie tuvo que admitir que ella también quería llegar cuanto antes a casa de Will.

Unos cuantos cuadrantes más y llegaron a un de los miles de edificios de la cuidad y William ingreso en el estacionamiento de uno de ellos.

-¿Vives aquí? -pregunto ella en una octava de voz, al ver el resto de autos lujosos que había estacionados.

-Arriba -señalo el hombre con una sonrisa inmensa en los labios.

Caminaron tomados de la mano hasta el elevador del estacionamiento y Will temblaba ligeramente.

Ellie estuvo a punto de reírse pero ella estaba igual de nerviosa que él.

Se sentía como si fuese una adolescente que iba a tener relaciones sexuales por primera vez; por Dios santo, era ridículo.

El maldito ascensor era una lentitud y Ellie estaba comenzando a sentirse claustrofóbica. Odiaba con toda su alma los lugares encerrados y los ascensores no eran la excepción al caso.

Will notó su ansiedad y la abrazó por la espalda.

Sé sentía tan bien tenerlo cerca, era como si su sola presencia aplicará los miedos de Ellie; no hacía que se fueran del todo pero la tranquilizaba saber que lo tenía junto a ella y que con él no le pasaría nada malo.

El ascensor al fin llegó hasta el piso de Will y Ellie observó cómo el hombre se las arreglaba para teclear con una sola mano la clave de seguridad.

Las puertas del aparato del demonio se abrieron junto con la boca de Ellie al ver la lujosa residencia de William.

Ellie conocía los áticos gracias a la televisión, pero jamás en la vida hubiese imaginado que ella misma se encontraría dentro de uno algún día.

No sabía que debía observar primero, si el lujoso salón con un bar incluido, la increíble chimenea con fuego artificial, la cocina abierta con todos los equipos de calidad o la terraza con vista panorámica de toda la cuidad sin los obstáculos de los tejados de la cuidad de New York que dejaban ver la cuidad entera y el rio.

¿A qué altura debían estar para que eso fuese posible?

- ¿Sorprendida señorita Rainer? - se burló William al ver que ella no decía nada.

- Eres como Clark Kent ¿Que clase de cirujano eres? ¿Trabajas para personas peligrosas?

William se carcajeo mientras tomaba un control y encendía la calefacción.

Una suave música lleno por completo el lugar.

- Trabajo para gente rica - contradijo él.

- No tienes un helicóptero ni un cuarto de juegos, ¿cierto?

-¿Cómo el tipo de los libros? - Will se le acerco y le acaricio las mejillas con las palmas de sus manos. Ellie se estremeció por el contacto y cerró los ojos involuntariamente -. No, pero compraría un helicóptero si así lo quisieras y mandaría hacer un cuarto de juegos si lo pidieses.

Ellie sabía que estaba jugando, pero aún así su corazón se desbocó al oír las palabras de ese hombre.

Comenzaron a bailar al ritmo suave de la música y la joven recostó su cabeza en el hombro de William. Él la sujetaba de la cintura y sentía que las manos de este la quemaban en donde fuera que las pusiera.

- ¿Qué me has hecho? - susurró William al oído de la joven.

- Lo mismo que ti a mi - Ellie lo vio a los ojos y se perdió en ese pozo oscuro que brillaban al verla.

Él enmarcó su rostro entre las manos y la miro a los ojos por unos largos segundos. Ese hombre la estaba enloqueciendo de deseo.

La beso con una fuerza avasalladora y Ellie se olvido de todos sus miedos y dejo que ese hombre tomara todo de ella

-Hazme el amor - fue lo último que susurró Ellie.






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