- Haz lo que te mejor te convenga, ¿Tienes alguna relación con ese cretino turco? - la cuestioné, esperaba un no por respuesta, aunque sabía que su respuesta no sería para nada de mi agrado.

- No te incumbe y si así fuera ¿Cuál sería el problema? - preguntó mientras tomaba asiento.

- El problema es él, su actitud y su coqueteo estúpido con toda mujer que tiene frente a el- dije mirando su espalda, ahora me encontraba detrás suyo, mirando su cabellera espesa, respirando su aroma, olía a familia, tenía tantas ganas de estrecharla en mis brazos pero aún debía darle tiempo.

- ¿Te preocupo? ¿Desde hace cuanto? Tal vez unos ¿quince minutos? O me equivoco- parecía tener la certeza de saberlo todo, de que así era y sería siempre.

- Si me preocupas, desde siempre, siempre me preocupaste- dije tranquilo, acerqué mi mano a su cabello e intenté tocarlo pero algo dentro de mi me detenía cada que intentaba hacerlo.

- Si tu lo dices- sarcasmo directo a la cara.

- Bien señorita sarcasmo, dime ¿Quién demonios te convirtió? - pregunté dando la vuelta a mi escritorio, tomé asiento en mi silla y la observé, tenía nervios, no quería tocar ese tema pues me ponía mal y quería asesinar a medio mundo, pero algo pasaba, algo que no me dejaba tranquilo y simplemente abrí el cajón de mi escritorio y saqué de el un cigarrillo, lo puse en mis labios mientras ella me observaba con atención, tomé mi viejo encendedor y lo encendí inhalando un poco de aquel humo mortal que cargaba con sigo innumerables enfermedades respiratorias gracias a sus químicos, aunque yo no enfermería por eso en realidad.

- ¿Un vampiro que fuma? Ja ja, bastante excéntrico pero supuse que así serías. - arqueó sus cejas y me miró fijo revolviendo un poco su cabellera- sigues siendo el mismo cretino con el que crecí - miraba sus dedos también tatuados.

- No respondiste mi pregunta ¿Quién te convirtió Meredith? - la miré seriamente hasta que simplemente se fastidió de aquel silencioso e incómodo momento.

- ¡Bárbara Carajo! - suspiró frustrada al saber que yo no dejaría de llamarla por su nombre, mantuvo la calma y volvió al tema - No tengo ni la mas mínima idea- esperó mi reacción.

- ¿No lo sabes? - Ella simplemente negó - ¿Podrías reconocerlo si alguna vez lo encuentras?- cuestioné, aunque ella analizaba aquella pregunta a detalle, tomó su frente en señal de frustración y regresó su mirada hacia la mía.

- Por su puesto, aunque el día que decidió convertirme no observé su rostro, pero, si podría reconocer su olor, el olor de la sangre de mi creador no podría olvidarlo nunca- dijo pensativa.

- Ahora dime ¿Porqué te tatuaste? -

- Demaciadas preguntas Florian, basta- dijo frustrada.

- Dime el porqué - insistí.

- No te incumbe, eso no cambia nada, eso no cambia el hecho de que ahora soy otra persona- dijo segura de si misma.

- Eso ya lo sé, me desespera el hecho de que te haga tres miserables preguntas y que dos de ellas simplemente las evadas asi porque sí, ¿No puedo saber algo de ti? ¿Que tiene de malo? No traicionaría tu confianza. - traté de ser lo más sincero posible, sin rabia, aparté todo aquel sentimiento de muerte que encargaba mi cuerpo y me limité a sentir solo este maldito sentimiento protector que de la nada salió de mi ser, esto era raro, un sentimiento nuevo.

- Si podrás saber todo lo que necesites, pero dame tiempo, ¿crees que la confianza se gana de la noche a la mañana o por medio de un parpadeo? Estas pendejo si eso es lo que crees- soltó agresiva.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now