Capítulo 6: "Aquí estoy."

Beginne am Anfang
                                    

— ¿Qué? ¿Matarlas? Claro que no, no exageres —dije tratando de lucir relajada— tampoco quiero destruir ningún grupo ni hacerlas quedar como ridículas. Sólo quiero entrar.

— ¿Para qué? ¿Quieres lucir los uniformes con plumas pegadas? —preguntó irónica refiriéndose a la vez que pegué plumas en todos sus uniformes— ¿O los que tienen aroma a huevos podridos? Oh, no... Ya sé ¡Quieres que te caigan litros y litros de pintura en la cabeza! No, no, no, que tonta he sido, quieres lucir como una total perra con los uniformes recortados —concluyó con el semblante tan serio como cuando comenzó, sus manos en su cintura.

—No, no... No quiero nada de eso.

—Pues nosotras tampoco lo queríamos —relajó un poco más su postura.

—Pero si saben que sus uniformes están en esos estados ¿Por qué lo usan? ¿Por qué se presentan así?

—Porque esto es lo que amamos. Dime, ¿dejarías de besar a tu madre si ella estuviera repleta de plumas, pintura y olor a huevos podridos?

—No... —contesté dudosa.

—Pues nosotras tampoco, y esto es lo que amamos, no importa en qué condiciones estemos, nosotras lo haremos. Esto es nuestra manera de hacer arte ¿no lo ves? Salimos cada partido, estemos como estemos, a alentar a nuestro equipo de básquet, para que ellos sientan el apoyo de su instituto y así dar todo en la cancha; y no es tan solo eso, es el movimiento de tu cuerpo, lo que expresas con él, lo que transmites con él a las personas que te ven. Es sentir la conexión más real que existe de todas tus extremidades moviéndose en total sincronización para crear arte. Porque esto es eso, arte. No sé qué te hemos hecho, porque nos odias tanto, todas tus jugarretas tienen algo que ver con nosotras, pero no estoy dispuesta que destruyas mi grupo, mi equipo, mis amigas, mi familia, mi arte —me miraba como queriendo ver dentro de mí y juzgándome en sus pensamientos. Un sentimiento de culpa fue invadiendo mi mente, pero enseguida los recuerdos lo nublaron y fue reemplazado por odio y rencor.

—No dañaré nada de esto, ni tu preciado arte. Ahora debo irme, nos vemos a las cuatro —giré sobre mis talones y me dispuse a marchar hasta que decidió decir algo más.

—Piensa todo lo que te he dicho, si realmente esto es una broma más, si quieres jugar otra vez pues es mejor que no vengas. No estaré dispuesta a seguir siendo tu bola de estambre, gata.

Iba a reprochar por cómo me había llamado, sin embargo, retomé mi camino sin siquiera voltear a ver, ni responder su comentario. Sólo salí de ese lugar y un sentimiento de tristeza inundó mi corazón automáticamente.

Me sentí mal, sus palabras me habían llevado a aquellos recuerdos indeseables que no quería mantener pero no podía hacer nada por evitarlo. Miré mi reloj de muñeca y llegaba tarde a la primera hora, así que decidí salir a una cafetería para pensar en cuál sería mi próximo paso; venir a las cuatro al instituto y volver a intentar o confesar lo fracasada que soy y mi amor por Miergan en la cafetería del instituto justo en la hora de almuerzo.

Llegué y algunas caras se me hicieron familiares, ¿por qué no usamos la cafetería del instituto? Pues por una sola y justificable razón, la comida de ese lugar es totalmente asquerosa. Me senté en una de las sillas y pedí un dulce de manjar y leche chocolatada, necesitaba un poco de dulce para poder pensar.

¿Qué demonios se supone que debo de hacer?

Pasé un buen tiempo allí y no me puse de acuerdo con nada. Pensaba las mil posibilidades que tenía y realmente todas eran absurdas. Pagué mi cuenta y me encaminé hacia el instituto, lista para mi clase de Literatura.

Entré al salón y me senté junto a Jay, esta era una de las pocas horas que coincidíamos.

—Hey, Carol. Pensé que no venías.

Infiltrada [EN EDICIÓN]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt