Epilogo

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Katniss, con la ayuda del pequeño Connor, ponía la mesa para la cena, mientras esperaban que Peeta llegase.

Habían vuelto a Nueva York un año antes, cuando nacieron las gemelas Jennifer y Mags.

Si bien la familia había estado intentando convencerlos durante tres años, habían podido resistirse.

Pero el nacimiento de las gemelas coincidió con la dimisión de su cargo, de Randall Tangradi, el director general de Everdeen.

Fue entonces, que a la insistencia de que volvieran por los niños, se sumó el ofrecimiento a Peeta para que volviera a ocupar aquel puesto.

Después de bastantes dudas, decidieron volver.

Los niños tenían que estar cerca de su familia.

Desde entonces no se habían arrepentido ni un sólo día.

Connor, a sus cuatro años era el nieto consentido. Su relación con Peter, el pequeño de Prim y Cato de tres años, y Henry, el hijo de Annie y Finnick también de tres, era perfecta.

Y, por si fuera poco, su abuelo Brutus vivía por él. Aunque había visto repartida su atención con las gemelas, en ese último año.

La relación de Katniss y Brutus, se había afianzado con el paso del tiempo, y fue después de tres años que ella al fin se atrevió a llamarle papá. La sonrisa de Brutus en ese momento, perduró por semanas.

- El tenedor va de este lado, Connor - le explicaba su madre

- Pero yo lo uso con esta mano - se quejó el pequeño

- Pero eso es porque aún no utilizas cuchillos, cuando aprendas a cortar la carne tú solito, utilizarás el tenedor con ésta - dijo señalando su mano izquierda - y el cuchillo con la otra

- Ah - aceptó el pequeño aunque no muy convencido

- ¿Reglas de protocolo? - preguntó Peeta burlón desde la entrada del comedor

- ¡Papi! - gritó Connor dejando lo que hacía para correr hacia su padre que lo levantó en volandas

- Hola, colega ¿cómo estás?

- Bien. ¿Sabes qué? Mañana el abuelito Brutus me llevará a pescar - informó entusiasmado

- ¿A pescar? - sonrió mirando a su mujer -¿Brutuse Everdeen a pescar? ¿Cómo has logrado sacarlo del trabajo? - dijo acercándose a Katniss y dejando un suave beso en sus labios

- Ya ves lo que logran los nietos. Venga, Connor, a lavarse las manos que vamos a cenar.

Peeta bajó al pequeño que corrió al lavabo.

- O sea que mañana, Connor no estará en casa -ronroneó cogiendo a su mujer por la cintura -¿Tiene planes para nosotros, señora Mellark? - susurró mientras mordisqueaba su cuello

- Los tengo, señor Mellark - contestó sugerente

- ¿Puedo saber cuáles son?

- Desde luego. Usted, señor Mellark, se quedará en casa cuidando a las gemelas, mientras yo me voy de tiendas con tu hermana y tu cuñada

Peeta entrecerró los ojos mirándola acusador.

- No es verdad - discutió

- Oh sí, sí lo es - rió separándose de él para ir a la cocina en busca de la cena.

Katniss se coló bajo las mantas recién salida de la ducha. Peeta recostado en el cabecero dejó el libro que leía, para acomodar a su mujer en sus brazos.

La herederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora