Capitulo 29

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- Hola, papá - saludó en un susurro

El hombre la observó impasible para mirar luego a Peeta que entró detrás de la chica.

- ¿Cómo estás? - preguntó acercándose a él

Brutus no respondió sino que solamente cerró los ojos en asentimiento.

Se sentó en la butaca junto a su cama después de acercarse a él y dejar un beso tímido en su frente.

Se estremeció ante la frialdad que reflejaban tanto el rostro como la mirada de su padre.

Peeta notó la tensión que había en el ambiente y se preocupó también por la pena que sin dudas asaltaba a su novia.

- Peeta dice que estás mucho mejor - sonrió Katniss buscando una respuesta de su padre

No la obtuvo. Brutus simplemente la observó. Primero a ella y luego al chico de pie junto a su hija.

- ¿Cómo te encuentras hoy, Brutus? - preguntó Peeta intentando aligerar el ambiente - Katniss estaba muy preocupada por ti, pero le he asegurado que estás bien.

- Tuve mucho miedo cuando te accidentaste -explicó la chica - He estado aquí desde entonces. He venido a verte cada día.

- Ya te lo he dicho, ¿verdad, Brutus? - comentó Peeta esperando una reacción por parte del hombre - Te he dicho que Katniss ha estado aquí cada día, ¿lo recuerdas?

Katniss observó a su padre ansiosa, pero sólo le vio observarlos impasible.

- Quería estar aquí cuando despertaras - reveló nerviosa - Pero tenía algunos temas importantes que no podía dejar, y sabía que tú estabas bien cuidado. Peeta me contaba cada día cómo ibas evolucionando. Me ha dicho que has estado trabajando mucho.

El fisioterapeuta de Brutus entró en ese momento y lamentó tener que llevarle a la sala de fisioterapia para seguir trabajando con sus piernas.

La sesión duraba un par de horas por lo que les aconsejó volver más tarde o al día siguiente.

Katniss se despidió de su padre que no hizo ningún amago de reconocimiento.

Los ojos de Katniss se llenaron de lágrimas cuando el enfermero se llevó a su padre en una silla de ruedas.

Peeta, de pie detrás de ella, reconoció con facilidad su malestar y la rodeó con sus brazos.

- Lo siento, cielo. Se ve que hoy no tenía un buen día.

- Sabes que no es eso - sollozó apenada - No me dijo ni una sola palabra

- Le cuesta mucho hablar, Katniss - aseguró Peeta intentando consolarla

- No intentes consolarme mintiéndome, Peeta -espetó separándose de él - No soy una niña y no soy tonta. Sé que es por mí. No le hace ninguna gracia que yo esté aquí. No sé si le he molestado, pero es evidente que no le ha ilusionado verme.

- No es así, cariño - dijo intentando acercarse a ella - Es sólo que le cuesta comunicarse y evidentemente, tú y él siempre habéis tenido dificultades para comunicaros

- ¿Habla contigo? - preguntó incomodándolo - Dímelo, Peeta, ¿habla contigo? ¿te dirige la palabra a ti o te ignora como a mí?

- No te ignora

- ¡Contéstame, demonios! - gritó cuando el llanto la invadió - ¿Te habla a ti?

- Algo - confesó bajando la mirada

La herederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora