Capitulo 34

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CAPITULO 34

Peeta recordaba el rostro estupefacto de Brutus cuando le entregó sus documentos, tanto de su dimisión como de la donación de sus acciones.

Aunque creía que su sorpresa había sido superada por su estupor al descubrir que Katniss era la fundadora de la residencia Mags Abernathy que acogía a mujeres y niños víctimas de abusos y maltratos en Namibia.

Saber que su hija no había dilapidado la fortuna heredada de parte de su abuela, tal como él siempre había creído. Sino que, al contrario, con ese dinero había creado una fundación de tal índole, le había desestabilizado.

Cuando Peeta dio el remate final, contándole que la cadena hotelera Eclipse era también de Katniss, ya nada podía sorprenderle, y Peeta se sintió satisfecho por eso.

Brutus había intentado disuadirlo de sus planes para con Everdeen, pero no lo logró.

Por primera vez, Peeta reconocía que había algo infinitamente más importante que el trabajo, y la empresa en la que había invertido años de esfuerzos y dinero.

Pero todo eso había perdido importancia, frente a la posibilidad de perder a Katniss y todo lo que deseaba construir con ella.

Ahora venía la batalla más importante que debía luchar en su vida, y se dejaría la piel en ello.

El primer paso ya lo había dado, y estaba tranquilo.

Aún sonreía respirando tranquilo cuando Finnick abrió la puerta de su departamento.

Finnick lo observó atentamente antes de invitarle a entrar.

- Lo has hecho, ¿verdad? - aventuró

- Lo he hecho - confirmó

- ¿Y cómo te sientes? - dijo haciéndose a un lado para que entrara su hermano

- No me creerás pero me siento aliviado. Es como si me hubiera sacado un enorme peso de encima. Nunca lo había sentido así pero ahora, es como... qué sé yo... lo habría hecho hace años si hubiese sospechado que me sentiría así.

Annie, de pie detrás de Finnick, le observaba especulativa.

- Buenas tardes, Annie

- Buenas tardes

- ¿Qué dijo Brutus? - inquirió Finnick

- Despotricó un poco, pero nada que no hubiese estado esperando.

- No entiendo que hayas hecho esto, Peeta. Everdeen es tu vida.

Peeta se dejó caer en la butaca del salón frente a su hermano.

- No, Em. Katniss es mi vida. Katniss Everdeen es mi vida.

- Ella no te habría pedido que te deshicieras de la empresa

- Tal vez no. Pero necesito demostrarle que la empresa no me importa más que ella. No te preocupes, Finnick - dijo mirando a su hermano con una sonrisa - No soy un indigente. No he quedado en la pobreza y lo sabes. Tengo otras inversiones.

- Lo sé. Pero es que has trabajado tanto por Everdeen.

- Lo sé. Pero de verdad lo prefiero así. Ahora quiero dedicarme a lo que es realmente importante.

- ¿Y crees que Katniss aceptará las acciones? - preguntó Annie

- Por esa razón no se las he dejado a ella -reconoció curvando los labios - Ella no las habría aceptado, pero estando a nombre de la fundación, no las rechazará. La empresa da grandes beneficios, y ella no negaría esos beneficios a sus mujeres y sus niños.

- No, no lo hará - reconoció Annie

- ¿Cuándo le enviarás los documentos de la cesión? - indagó Finnick

- Aún no. Hay algunas cosas que quiero hacer antes, y quiero entregarle los documentos en persona

- ¿Irás a verla a Namibia? - preguntó Annie con sorpresa

- Sí. Necesito verla y hablar con ella personalmente

- Entiendo

Peeta observó suplicante a la mejor amiga de su novia.

- ¿Has sabido algo de ella? - indagó interesado

- Hablé con ella. Dice que está bien. Inmersa en la fundación y en la ampliación de la clínica.

- ¿Ha dicho algo sobre mí? - inquirió vergonzoso bajando la vista

- No ha querido hablar conmigo sobre eso. Sólo repite que se encuentra bien.

- Entiendo

Después de un incómodo silencio, Peeta se dirigió a la novia de su hermano.

- Annie, ¿qué piensas tú?

- ¿Sobre qué? - preguntó a su vez apenada

- Ya sabes. Sobre mí. Sobre Katniss y yo.

- Qué sé yo

- ¿Crees que me la merezco lo suficiente como para ayudarme a recuperarla?

- No lo sé, Peeta. Creo que te equivocaste mucho con ella, pero debo reconocer que todo eso fue antes. Luego te diste la oportunidad de conocerla y desde entonces la has hecho feliz.

- ¿Estarías dispuesta a ayudarme, entonces?

- Supongo que sí. Aunque no voy a obligar a Katniss a hacer nada que no quiera.

- No te preocupes. No voy a pedírtelo.

- ¿Entonces? ¿Cómo quieres que te ayude?

- Tengo un plan - confesó

- Tú y tus planes - se quejó Finnick

- ¿Qué plan?

- ¿Cuál crees que es la revista más seria o más confiable del medio?

- ¿La revista más confiable? - se sorprendió Annie - No sé. Supongo que Time o Life, no sé. ¿Por qué?

- Ok. ¿Les conoces? ¿Podrías ponerme en contacto con alguna de ellas?

- Sí, supongo - contestó aún dudosa - ¿Pero puedes explicarme por qué?

- Quiero publicar un artículo

- ¿Un artículo? ¿Sobre qué? No creo que te sirva. Katniss no lee muchas revistas, lo sabes.

- Lo sé. No es que quiera que ella la lea. Quiero que el resto del mundo la lea.

- ¿Por qué? ¿Qué pretendes publicar?

- Voy a limpiar el nombre de Katniss.

- ¿A qué te refieres?

- Brutus va a arrepentirse de haber perdido a su hija. Quiero que conozca realmente quién es la persona a la que ha estado despreciando durante veinte años.

- ¿Quieres que Brutus recapacite?

- No, ya no. Antes lo deseaba, pero ya no. No creo que se merezca tener una hija como Katniss. No tengo interés en que Katniss le perdone o le permita acercarse a ella, pero quiero que él lo sepa. Que él sepa lo que se perdió y se arrepienta.

- ¿Y cómo vas a hacerlo?

- Necesitaré de tu ayuda, Annie - confesó

La pareja lo observó sin comprender hasta que les explicó sus planes, y desde luego, con Annie consiguió toda la ayuda y los contactos necesarios.

Un mes después la revista Time, con una foto de archivo de Katniss en portada, publicaba un artículo de varias páginas bajo el título de"Katniss Everdeen. Conocemos realmente a La Heredera".

La herederaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora