- ¿Entonces por eso insistió en cambiar algunos materiales para esta parte del Castillo? - recordó aquel momento en que lo presioné a cambiar materiales y esmerarse en esta parte del Castillo sin dejar hueco alguno en la pared.

- Así es, pero eras tan tú que noté negaste, ahora ambos disfrutamos de tu creación y hermoso trabajo, por algo te pagué el triple- borré toda duda en su cabeza- Cuando hagamos este tipo de cosas, siempre será a puerta cerrada, asegurate de ello- dije aclarando el punto mientras subiamos las escaleras del calabozo para llegar a otra puerta que nos llevaba directamente a mi Estudio.

- Está bien- dijo sonriente, algo en el ahora había cambiado.

- Es hora de descansar, por la noche que la servidumbre duerma, le dirás a Irina que se encargue de los restos, ella ya tiene instrucciones- me senté sobre la cómoda silla para pensar un poco.

- Si, como usted ordene señor- dijo sonriente parado detrás del escritorio, con ese brillo extraño en sus ojos.

- Ahora ve a dormir- le ordené.

- Que descanse señor- no respondí, me mantuve en silencio, escuché la puerta abrir y cerrarse, Johann ya no se encontraba dentro, lo cual agradecí, necesitaba un momento de reflexión, cerré los ojos relatando un poco mi cuerpo, moví un poco los hombros buscando comodidad, al no encontrarla decidí ir a mi habitación, caminé hasta ella atravesando la sala de estar, subí las escaleras y recorrí pasillos hasta llegar a mi habitación, abrí la puerta cerrándola al entrar, me acerqué a mi cama y me dejé caer sobre ella, estaba mirando el techo, las cortinas traducidas hacían la combinación perfecta, cerré los ojos entregándome a morfeo.

AÑOS DESPUÉS...

Los años habían transcurrido normales, nadie había encontrado a la noble, Irina se había encargado de eso, no sin antes desmayarse por ver el estado del cuerpo de la mujer, habían venido a interrogar a todos los del Castillo, a Johann lo señalaron como sospechoso, pero su sospecha no duró mucho ya que Elis la ama de llaves declaró que Johann estaba enfermo y estábamos cuidándolo, eso había explicado a los Graham la palidés de Johann y su ausencia en todo tipo de tratos con ellos, tambien explicaba aquel cambio en su aspecto muerto, después de exagerados interrogatorios se dieron por vencidos, y decidieron buscar en otro lugar, habian inspeccionado cada rincon del castillo, sin llegar claro a mi puerta al los calabozos que yacía oculta por un enorme espejo, Irina se había enfadado con nosotros al haber asesinado a una noble, nos cuestionó un sinfin de vecesa lo cual decidimos ignorarla, Irina no tendría remedio, aunque debo aceptar que con el transcurso de nuestros primeros siglos Irina se iba adaptando a nuestro ritmo de vida, cada dia soportaba mas nuestra vida llena de sangre, torturas y sadismo, por otra parte nos mudabamos de ciudad constantemente para no levantar sospechas sobre nuestra juventud, esto sin salir de Bélgica, conocíamos cada rincón del país a la perfección, habíamos salido un par de veces a Alemania, otras a Francia para despejar nuestra mente de lo que ya conocíamos, sobre Johann debo decir que me había ayudado a torturar a cientos de almas, a algunas por robo, otras por servirnos y traicionarnos compartiendo información nuestra con los nobles, y otras tantas que no recuerdo bien el porqué y no mi importaba en realidad. Ésa era nuestra vida, aunque a Johann no se le quitaba lo romántico, era un sádico si, pero también seguía rodeado de cursilería que era lo que lo hacía distinto a mi, algo que balanceaba mi eternidad de una manera excepcional.

Ahora habíamos regresado a Malmedy, a nuestro castillo, a donde todo comenzó, estábamos ya en el año 1828, después de nuestros primeros quinientos años, habíamos tomado experiencia, seguíamos siendo despiadados, Irina seguía igual de bella que antes, inclusive su belleza ahora se acentuada más debido a los maquillajes que ya existían, cuando salía y se maquillaba se veía exquisita.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now