Cuarenta y seis

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Antes

Algunos meses atrás, tuvieron momentos felices.

Momentos en los que se amaron sin medidas, donde hubieron abundantes besos robados, suaves caricias, duros besos, el deseo siempre emergiendo, la necesidad de estar juntos siempre presente.

—¡Oye! —Celeste soltó una ronca carcajada cuando Thiago comenzó a cosquillear por debajo de sus costillas, mientras Celeste se retorcía de la risa—. ¡Detente!

Thiago lo hizo, mostrando sus palmas conciliadoramente, los ojos de Celeste revelando la sonrisa que luchaba por ocultar.

—¿Quieres jugar? —murmuró él, lamiendo su labio inferior y observando detenidamente cada parte del cuerpo de la chica, consiguiendo que la piel de esta se erizara bajo su escrutinio.

Ella miró hacia la puerta, luego a Thiago, finalmente optó por suspirar, a la vez que decía «sí, pero primero atrápame». Sintió una absoluta felicidad mientras aceptaba el reto, corriendo detrás de ella mientras Celeste reía y chillaba, agitando su trasero provocativamente.

Jamás olvidaría su risa. O el modo en que se sintió hacer el amor con ella mientras se duchaban, siempre estaría en su memoria el modo en que ella arrugaba su nariz mientras pensaba, sus labios curvándose en una sonrisa tentadora cada vez que él terminaba de besarla.

Celeste era una estrella inalcanzable que una vez fue capaz de acariciar. Fue un sueño, el mejor de su vida, no importaba lo mucho que le hubiese dolido despertar.


Entre Versos y Lágrimas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora