Diecisiete

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Antes

Thiago la detuvo.

Con todo el dolor en su alma, con la poca voluntad que le quedaba, con una incomparable tristeza que lo carcomía desde adentro, hacia afuera, la detuvo, tomándola por sus muñecas y alejándolo de él.

Y luego retrocedió, como si ella fuese veneno, y miles de sentimientos invadieron su corazón al observarla lucir tan desamparada, como si le hubiesen arrancado un pedazo de su alma. Él no sabía que pensar al respecto, no sabía cómo actuar a partir de entonces, ni siquiera se le ocurría qué decirle.

Él amó sus labios, amó sus manos sobre él..., sin embargo, no se sentía real.

—¿Por qué lo has hecho? —preguntó ella en un hilo de voz—. ¿Por qué me has alejado? ¿Por qué me detienes?

Él solo se atrevió a sacudir la cabeza, destrozado, dolido, aún conteniéndose. No la miró a los ojos, no le permitió ver a través de él, si ella se daba cuenta de sus profundos sentimientos, podía huir.

Pero algo en su voz le hizo dudar. Solo le mostraría un poco de lo que sentía, para analizarla.

—Lo último que quiero es alejarme de ti, Cel. Pero necesito que desees besarme tanto como yo lo deseo; pero ambos sabemos que no es así, nunca lo será. Tú nunca me querrás.

Entre Versos y Lágrimas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora