Nueve

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Antes

Thiago no sabía qué había ocasionado aquel impacto en Celeste, no quería ni imaginarse qué —o quién— pudo ser capaz de causarle tanto daño. Ella era capaz de dejar a un lado todo y sonreír, preocuparse por él, darle motivos para reír, pasar el tiempo a su lado. No obstante, pocas veces hablaba sobre sí misma, sobre sus sentimientos, sobre sus preocupaciones.

Thiago a veces no sabía cómo descifrarla.

Había ocasiones en las que Celeste no salía de su habitación.

Algunas noches sus gritos resonaban en todo el domicilio, hasta que Thiago debía correr hacia la habitación de ella para despertarla, tranquilizarla, apaciguarla.

Había lágrimas en sus ojos.

El pecho de Thiago dolía, tanto que le costaba respirar y un nudo se formaba en su pecho. Había una frase que su madre siempre repetía, tanto que su mente aún la recordaba.

Ver las lágrimas en los ojos de una mujer, causa imborrables marcas de dolor en el alma de un hombre.

Entre Versos y Lágrimas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora