Treinta y ocho

329 40 3
                                    

Antes

Un alarido lo despertó y velozmente se giró hacia Celeste, quien permanecía en su cama, señalando algo delante de ellos.

—¡Ellos están cerca! —gritaba, cubriendo su rostro con sus manos; sus fuertes sollozos desgarrando sus pulmones y aquel sonido a su vez despedazaba el corazón de Thiago de tal modo que él lloraba junto a ella tratando de alcanzarla, pero Celeste no lo reconocía, huía de su contacto, huía de su mirada en tanto aullaba incoherencias y se sacudía en la cama, sufriendo al temblar.

Era una tortura.

Ella alucinaba, pero su dolor era intenso y real. Thiago tuvo que acercarse, temiendo que se hiciese daño a sí misma. Tomó sus brazos, abrazándola contra él mientras susurraba en su oído «Esto no es real, Cel. No es real. Estoy aquí, ¿me escuchas? Te amo, mi amor. Estoy aquí, siempre lo estaré».

Ellos. Ellos. Ellos. Era lo que siempre susurraba Celeste, y la chispa que había en ella cada noche se iba apagando.

El odio regresaba.

Su Celeste, su amor, sucumbía nuevamente en su dolor, sin darle a Thiago opciones para detenerlo... el amor no fue suficiente para curar viejas y profundas heridas como aquellas.


Entre Versos y Lágrimas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora