- Lo siento señor, iré de inmediato- dijo dirigiendo su vista al suelo.

Me mantuve en silencio, pensé un poco en todo y nada, cuestionandome repetidas veces lo que le había sucedido a Johann, analizando cada posibilidad, pero la única posibilidad apuntaba a Lilith, aunque no la conocía, supuse queria hacerme daño, aunque desconocía el porqué de ello, en fin, no ganaria nada pensando lo sucedido, nada me daría la certeza que Lilith fue la causante de esto, nadie más que Johann tenía las respuestas para mi.

Me levanté de la silla en la que había estado sentado diez intensos minutos analizando pisibilidades bagas y sin fundamento, miré a Johann, los golpes y heridas pequeñas comenzaban a sanar, esto me daba a mi una señal; había logrado la conversión exitosamente, el color amarillento de su piel se fue difuminado lentamente, llegando a un grisáceo, segundos después éste se había tornado a un pálido precioso, uno idéntico al mío, era un tono mortuorio y vivo, que era bastante confuso, ahora entendía mi color característico después de perecer y ser transformado, el cabello de Johann que era claramente castaño se volvió sedoso, aunque no lo limpiaba de la sangre que tenía antes de morir, sus facciones comenzaron a aflilarse, a perfeccionar cada centímetro de piel, lo observé perplejo y fascinado ante tal cosa, nunca en mi vida pensé que una conversión se volvería algo tan satisfactorio para mi, al parecer convertir a un humano en un ser sin alma, maldito e inmortal me llenaba de un sentimiento extraordinario, algo que desconocía totalmente, era una especie de cosquilleo abdominal que me abrumaba me llenaba de gozo, pero que en ese momento no logré comprenderlo, las manos de Johann se volvieron más delgadas, sus dedos se largaron un poco dejando crecer unas uñas delgadas y fuertes, tan filosas que podrían atravesar a alguien partiéndolo en dos, todo en el yacía perfecto, aunque el agujero que tenía en el abdomen aún seguía allí, revisé con necesidad su abdomen, al parecer la sangre comenzaba a fluir, los órganos que ahora no necesitaba para nada se reconstruían bastante lento, cosa que me pareció extraño pero decidí esperar a que algo sucediese, yo no sabía nada sobre converciones, sólo sabía lo que mi experiencia me había regalado, me detuve a pensar un poco en la idea de que Lilith haya estado vigilandome en el momento de regresar de la muerte, justo como yo vigilaba el proceso de Johann, negué ante la absurda idea de que ella estuviese al tanto de mi, ni siquiera tuvo el valor de decirme que rayos era, mucho menos tendría motivos para verme regresar del infierno.

El pecho de Johann se alzó un poco, sacándome de mis pensamientos, su tráquea se hundió un poco, ésta, acompañada de su pecho subían y bajaban, parecía querer respirar, me acerqué a su cuello para observarlo mejor, vi otra ronda de esos movimientos y desvíe mi atención de nuevo a su pecho, no sabía que hacer, pensé en llamar a Irina, fruncí el seño y grité su nombre

- ¡Iri...! - Una mano fría me detuvo, aferrándose a mi, tragué saliva por reflejo, volteé rápidamente a ver que me había detenido, fue en ese entonces que vi a mi creación aferrado a mi muñeca, enterrando sus uñas en mi piel, Johann yacía aún recostado sobre la mesa con los ojos cerrados, yo seguía allí, sin saber que hacer, con una rodilla en el suelo y otra flexionada equilibrando mi cuerpo, el cuerpo de Johann se contrajo un poco, su mano ejerció presión en mi muñeca rompiéndola, sus uñas se clavaron en mi piel sacando sangre de las heridas que las mismas había provocado, miré a Johann que abrió los ojos rápidamente para sentarse sobre la mesa, miraba a la nada, yo seguia a la expectativa, asombrado, pensando en que así debí haberme visto cuando regrese de la muerte, fascinado ante Johann que era claramente mi creación, sólo mío, Johann respiró un poco el aire, sus ojos cambiaron de color, se habían vuelto grises, miró mi rostro serio, después desvió su vista hacia mi mano que aún sangraba, tragó saliva y lamió su labio superior dejando ver sus afilados y blancos colmillos, antes de morderme un dolor lo atravesó, tomó su garganta y se tiró en el piso, un sonido gutural proveniente de su garganta de dejó escuchar en el Castillo, haciendo un profundo eco asustando al personal que a lo lejos gritó, Irina llegó corriendo hasta la cocina abriendo sus puertas, corrió para auxiliar a Johann lo cual le impedí poniéndome de pie, la tomé  de su cintura y detuve por su seguridad.

Soy un maldito, lo sé.Where stories live. Discover now