-¿Comida? -inquirió -No lo sé... anoche no cené y hoy... hoy no tuve tiempo de comer nada.

-Debe comer, Mia -dijo preocupado -Si no lo hace, se debilita y pasan cosas como esta. Recuerde que ahora hay alguien que consume la mitad de sus energías.

-¿Acaso voy a tener que andar detrás de ti como si fueras una niña, para que comas, Mia Bennett? -preguntó Matt. Ella sonrió levemente.

-Lo sé -suspiró -Lo siento, no volverá a pasar. Pero ahora voy a presentarlos. Matt, él es el Doctor Alexander Pettyfer, mi obstetra. Doctor, él es mi primo, Matthew Miller.

Alex le estrechó la mano.

-Mucho gusto -dijo. Matt sonrió levemente.

-El gusto es mío -aseguró -Muchas gracias por venir a ayudarnos, es una suerte que estuviera aquí. Me estaba por desesperar al verla ponerse blanca como un papel.

-Estaba escuchando a la señorita que hablaba del cuadro, pero entonces escuché su llamado de ayuda y no dudé en acercarme.

-Creo que todo el mundo está muy interesado en ver lo que pasa -dijo Mia al sentirse observada por la gente que aun seguía ahí.

-Vamos, conozco un lugar en dónde podrán sentarse y estar más tranquilos -dijo Alex.

Mia tomó el brazo de Matt, y comenzaron a caminar detrás de Alex. Se abrieron paso tranquilamente entre la gente. La morena aun estaba algo débil, pero se sentía segura. Saber que su doctor estaba allí por cualquier emergencia era tranquilizador. Lo observó caminar delante de ellos. Iba vestido demasiado formal, para ser un doctor. Es más, si ella no lo conociera, jamás pensaría que es médico. Su caminar era tranquilo pero mantenía la espalda completamente rígida. Era atlético, y a Mia le transmitía paz. Como ya lo había notado la primera vez que lo vio, él era un hombre atractivo. Cada una de las mujeres que se cruzaban en su camino se giraba a contemplarlo y casi babeaban sobre sus zapatos.

Mia se aguantó una sonrisa. Matt la miró.

-¿Qué pasa? -le preguntó en voz baja.

-Nada -siguió sonriendo ella.

-Vamos, te conozco, ¿Qué sucede? -quiso saber.

-Solo me reía de las mujeres que contemplan al doctor... no pueden ocultar su asombro y quedan con las bocas abiertas.

-¿Y? -inquirió.

-Es gracioso -rió levemente.

-Eres rara -le aseguró su primo.

Caminaron hasta alegarse de la muchedumbre y Alex los condujo por un pasillo que estaba repleto de hermosos retratos de reyes y reinas, hasta detenerse en una puerta de marcos dorados. El rubio tocó con dos suaves golpes.

-Passez s'il vous plait -se escuchó una suave voz desde el interior. Alex abrió e ingresaron.

-Antonieta, ¿tienes que hablar en francés todo el tiempo? -le preguntó él. Al instante una mujer un poco más baja que él, igual de rubia que él, pero más alta que Mia se acercó hasta ellos. Contenta abrazó a Alex.

-¿Qué haces aquí? Se supone que esperarías a mamá en la entrada -le dijo ella.

-Llamo diciendo que tenía un retraso, había mucho tráfico -dijo él. La mujer miró a Mia y a Matt. Alex se giró a verlos -Casi lo olvido. Antonieta, ellos son la señorita Mia Bennett y su primo Matthew Miller. Ella es una paciente mía, que ha tenido el percance de descomponerse y la traje aquí para que descansara un poco.

-Claro que sí -se acercó a Mia -Puedes sentarte aquí, querida, ¿quieres un poco de agua?

-Un vasito estaría bien -asintió la morena.

-Y bueno -suspiró Alex mientras veía como Mia tomaba asiento -Ella es Antonieta, mi hermana.

Mia volvió la vista a la rubia. Con razón los veía tan parecidos. Comenzó a mirar a su alrededor. Aquel pequeño saloncito era magnifico, y estaba lleno de elegantes obras de arte, pintadas con colores suaves y a tono. El dorado predominaba y resaltaba cada obra. Su atención se concentró en un cuadro, en el cual habían dos personas, un hombre y una mujer, abrazos y riendo. Mia se dio cuenta, al instante, que eran Antonieta y Alex.

-Aquí tienes, querida -le tendió el vaso. La morena sacó la vista del cuadro y la miró. Le dio las gracias y bebió el agua.

-Estos cuadros son increíbles -dijo al terminar de tomar.

-Los hace Antonieta -dijo Alex -Por eso está aquí... es la primera vez que va a exponer su increíble talento.

-Ya basta, me haces sonrojar -dijo la rubia. Todos rieron levemente - Así que, Mia, eres paciente de mi hermano. Te aconsejo que tengas cuidado.

Mia sonrió y frunció el ceño.

-¿Por qué? -le preguntó.

-Antonieta, no empieces -le pidió Alex.

La rubia rió y se acercó a Mia para sentarse a su lado.

-Tiene cierta debilidad por las embarazadas -le guiñó un ojo y volvió a ponerse de pie.

Mia rió al ver la cara de asesino serial que Alex había adquirido. Al parecer si había alguien que podía alterar aquella faceta pacifista que poseía.



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Ok estuve leyendo y varias de ustedes me pidieron maratón y si este capítulo llega a 50 votos lo hago :)

Entonces voten, comenten, cuídense y sean lindas

Nos leemos luego xx.


It's Complicated  » ZaynWhere stories live. Discover now