─¿Cómo... como ha podido decirnos de hacer algo como eso? ─Eve preguntó en una voz que era apenas poco más de un susurro, sus ojos nublados como si estuviera mirando blancamente al césped─ ¿Por qué quiere que nosotros...?

Sacudí mi cabeza, mis ojos apenas centrándose en algo mientras luchaba para mantenerme junto a mí mismo. Alcanzando a colocar mi mano libre sobre la suya, respiré lentamente.

─No lo sé. Solamente... No lo sé.

Nos sentamos allí en el principio de las escaleras en silencio por un largo rato, el frío aire de verano soplando suavemente contra nosotros y crujiendo las hojas sobre nuestras cabezas. Finalmente, mi mano paró de temblar y mi visión se despejó, sintiendo finalmente como si no fuera a desmayarme. Después de lo que debió ser diez minutos de silencio, Eve giró su cabeza levemente y me dijo suavemente: ─Lo siento. Por hacerte enfadar antes.

Parpadeando, abrí mi boca para confesar que honestamente me había asustado cuando había bajado; cuando me di cuenta que no podía protegerla de cualquier cosa que quisiera el Señor Oscuro. Pero recordé cómo había sostenido mi mano debajo de la mesa mientras él me decía cuál sería la misión, recordé como me había susurrado cuando había estado a segundos de perder mi compostura. Creo que ambos sabíamos que no podía haber sido capaz de pasar por todo aquello sin ella. Suspiré silenciosamente, mirando hacia nuestras manos diciendo: ─Está bien. No estoy enfadado. Solamente... Solamente quería apartarte de todo esto, pero de todas formas, no hubiera funcionado. Fue estúpido por mí parte el intentarlo.

─No fue estúpido ─Eve dijo─ pero siento no haberte escuchado. Solamente pensé que no te gustaría estar solo.

El bulto en mi garganta se intensificó, y no pude atreverme a negarlo; estaba en lo cierto, a pesar que nunca lo admitiría. En cambio, levanté su mano hacia arriba y besé sus nudillos sin decir palabra alguna. Ambos sabíamos que no hubiera sido capaz de hacerlo sin ella.

Y entonces el silencio nos consumió a ambos de nuevo, porque ninguno sabía qué más decir. Todo lo que podía pensar era en lo que el Señor Oscuro me estaba pidiendo que hiciera durante el año escolar: reparar el Armario Evanescente y matar a Albus Dumbledore. Pero para hacerlo peor, estaba forzando a Eve a que me ayudara. Miré por encima hacia ella en aquel momento, mirando como el viento jugaba con sus mechones de pelo rubio que se habían caído de su coleta y viendo sus lustrosos ojos que estaban aún aguantando las lágrimas. Ni siquiera me atreví a recordar como era mi culpa que estuviera aquí en primer lugar.

Mientras Eve miraba a los arboles a corta distancia, una lágrima se escabulló y se deslizó sobre su mejilla. Automáticamente llevó su mano hacia arriba para apartarla rápidamente, como si no quisiera que la viera. Pero me acerqué y paré su mano, usando mi otra mano para alejar la gota de su piel. Doblé mi cabeza hacia abajo y besé su mejilla, sintiendo la frescura de la lágrima en mis labios mientras Eve sacudía mi mano con sus pequeños dedos.

Y entonces, en aquel momento, me hice una promesa a mí mismo; que no importaba cuanto Eve tratara de ayudarme con esto, no importaba cuanto intentara hacer esta misión menos difícil para mí, yo iba ser el que iba a matar a Dumbledore. Porque aun si el mero pensamiento de ello era suficiente para hacerme marear mi estómago, iba a ser el que lo hiciera, no Eve.

No iba a dejar hacerla pasar por aquello; especialmente no cuando esto había sido mi culpa des del principio.

*

Punto de vista de Evelyn Hawkings

Aproximadamente una semana después de que el Señor Oscuro explicara la misión a Draco y a mí, llamó para otra reunión final con el resto de mortífagos antes de que el año escolar empezara. Y esta vez, él quería que Draco y yo estuviéramos también.

Little BirdWhere stories live. Discover now