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—Justin...

Pero él no la miro, mientras ella decía su nombre él volteo a decirle algo a Brenda, y Sterling lo jalaba para saber los por menores de su escapada, la siguiente clase era música, con Jason su hermano, lo intentaría otra vez, todo esto pasaba rápido por su cabeza.

—¡Justin! —grite.

Bien ahora si volteo un poco el rostro en su dirección.

—Necesitamos hablar. —dije un poco mas bajo.

El alzo la barbilla como solía hacer, su mirada estaba helada, luego la miro de pie a cabeza como solía hacer, despreciando su vestuario, esa mueca de desagrado instalo en su boca.

—¿Hablar? —contesto despectivamente —Me pregunto que querría hablar yo contigo sureña.

Se lo quedo mirando a los ojos por varios segundos sin poder abrir la boca y decirle lo que se merecía, sentía un nudo en la garganta ¿Por qué hasta ahora le había dado mas valor a este puerco? Seguía siendo el mismo miserable de siempre, ya lo conocía pero la decepción de algo que no sabia que se estaba formando dentro de ella de él.

—Imbécil... el mismo cerdo de siempre. De nada, tu y yo de nada.

Se dio media vuelta y salió disparada no corriendo pero si rápido rumbo a los ascensores, sintió que gritaban su nombre pero no supo quien fue, al parecer Mackenzie, pero tenia veinte minutos antes de la siguiente clase y necesitaba controlarse, subió hasta la terraza, estaba vacía, solía estar vacía en las horas de clases luego se llenaba por las tardes y a la hora del almuerzo en las noches estaba vacía o a veces alguna pareja de enamorados pero ahora estaba vacía. Se apoyo en la baranda y miro al vacio, estuvo asi algunos minutos antes de que alguien se apoyara en la baranda junto a ella.

—¿De que querías hablarme? —hablo Justin.

Cerre los ojos para poder controlarme, pero la rabia estaba consumiendome. —Ya te dije, de nada, ahora lárgate.

—Lo siento... mira tu dejaste claro que no querías... ¿que tenia que pensar? Rayos esto es difícil. —contesto trabándose mientras hablaba.

—No tiene por que serlo, pones un pie delante del otro en esa dirección y estarás lejos en pocos segundos. —dije moviendo mi mano en dirección a la puerta.

—Maldición Anne basta —dijo exasperado. —esto... ¿de que querías hablarme?

—Justin Bieber insistiéndome... Wow, por que no te vas y nos evitamos la ulcera.

—¡Mierda! ¿Por qué tienes que ser tan difícil? A veces me haces odiarte tanto... me cuesta...

—Es bueno que te des cuenta —conteste exasperada —que te cuesta Justin, ahora vete y déjame sola, no te quiero cerca es decir ¿Qué haces aquí de todas formas? Sabes Caitlin te tiene una sorpresa de bienvenida ve y aprovéchala.

—Arg quédate aquí sola como te gusta. —dijo, se dio media vuelta y se fue.

Perfecto eso era lo que quería, debes estar feliz por que hizo lo que le pediste, largarse, ahora ¿Por qué le ardían los ojos? ¿Por qué sentía la garganta apretada y una opresión en el pecho? Cerro los ojos fuertemente para alejar los fantasmas, bueno no podía seguir ahi, en cinco minutos empezaba su clase y debía bajar siete pisos y bajar por las escaleras otro, caminar y pasar el jardín interno hasta la sala de Jason, se metió en el ascensor odiándolo, lo aborrecía, pero era un odio diferente, no quería hacerle nada, no quería vengarse solo quería escapar, alejarse de él.

Las puertas del ascensor se abrieron miro el pasillo vacio, salvo que no estaba completamente vacio, estaba él apoyado en la pared con las manos en la cara, parecía, no la estaba esperando, no sabia por que pero sabia que no la estaba esperando.

—En tres minutos empieza la clase. —dije pasándolo.

El bajo sus manos y la miro algo sorprendido, pero no fue lo único que observo, el estaba pálido, demasiado pálido, y tenia un aspecto frágil, débil, el cerro los ojos pero de alguna forma no la estaba evadiendo él, tenia los parpados y bajo los ojos algo oscuro... y estaba sudando... dios se veía mal, demasiado pálido sus labios habían desaparecido completamente y eran del mismo pálido que la piel.

—¿Te sientes bien? ¿Qué pasa? —pregunte dandome la vuelta y parandome frente a él.

—Nada... sigue tu consejo y lárgate. Vete Anne. —dijo evitando mi mirada.

—¡Justin! ¿Qué te pasa? —pregunte preocupada por su aspecto.

—¿Tienes algo de comer?

—No, ve a la enfermería, no te ves bien.

—Ok, lárgate... vete, largo de aquí. —me dijo.

El subió sus mano hasta la cara y respiraba de forma acelerada, ahora los labios se estaban poniendo azulados entre el cetrino de su piel, la mano temblaba demasiado y él recargo todo su peso en la pared lo supo cuando las piernas cedieron y bajo hasta quedar en cuclillas contra la pared.

—Demonios Justin ¿Qué te pasa? —grite.

—¿Anne? Es que no escuchas... fuera...

Pero apenas se le escucho la voz, parecía muy grave... se arrodillo junto a él y le saco las manos de la cara y el la miro, parecía a punto de perder el conocimiento.

—¿Qué hago? Coño Justin dime que hago. —susurre.

—Necesito azúcar... azúcar... tengo que comer...

—¿Justin...?

—La necesito ahora. —dijo demasiado débil.

Ella intento levantarse pero el sujeto sus brazos, la miro unos segundos y luego la solto, el parecía apunto de morir, y esa mirada de suplica, de horror, de vergüenza y como si ella fuera su única esperanza, salió corriendo como alma que lleva el diablo, asustada, aterrorizada, el no estaba jugando, y parecía tan asustado... tan... demonios ¿Dónde conseguía algo de comer? Abajo... abajo habia una maquina de golosinas, toco sus bolsillos y no llevaba ninguna moneda o billete, conseguiría con algún chico, por suerte bajo corriendo sin caer por la escalera pero no había nadie en el siguiente piso, la maquina estaba hay pero no había nadie o casi nadie, Caitlin y su amiga estaban caminando rumbo a la clase seguramente, ella llevaba una botella con gaseosa de naranja y la amiga un pastelillo, sin pensarlo corrió y les quito ambas osas de las manos, salió corriendo rumbo a la escalera mientras las chicas le gritaban insultos siúticos, pero no le importaba, casi se arrojo sobre Justin con las cosas y destapo la botella volteándole un buen poco sobre la camiseta, lo obligo a beber y luego a comerse el pastelillo, vio como poco a poco los colores le volvían al rostro y como funcionaba lo obligo a beberse toda la botella hay sentado, cuando su aspecto fue igual que el de siempre el levanto la mirada.

—Gracias ya estoy mejor. —dijo limpiándose la boca con el dorso de la mano.

Se levanto y ella también, pero el iba caminando y oh no, después de esto quería alguna explicación, lo tomo del brazo y el se detuvo inmediatamente, camino delante de él para verlo con los ojos cerrados y los labios apretados.

—Obviamente quieres saber.

Acéptalo, Eres mía.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora