Un suspiro sale de mi boca y mis párpados se cierran con culpabilidad.

— Te ves como si supieras que le pasara. —Comenta Haymitch con una sonrisa burlona, mientras que le ponía whisky a su taza de café.

Mis ojos se levantan hacia él y lo miro brevemente. No respondo nada sigo desayunando. Eso es suficiente para que él también entienda que no debe insistir.

A lo largo de toda la mañana no vi a Devon ni si quiera cuando Katniss y Peeta se presentaron en el Distrito 1, ahora mismo hay una especie de celebración porque termina la gira de la victoria, hay comida, una banda de música neo-clásica tocando algo, al aire libre.

Siempre se pone en modo evasión cuando algo lo entristece, y él tiene razón, mi comentario no le ayudó en lo absoluto.

Yo suspiro mientras observo a los niños correr y jugar desde la ventana del edificio de justicia. El distrito 1 está más que lleno de agentes de paz, y me sorprende que con lo imbéciles que pueden llegar a ser, que dejen jugar así a los más pequeños.

Cuando Haymitch y los chicos aún seguían adentro del edificio hablándose con enfado uno al otro, busco a Devon, porque su inminente desaparición ya comienza a preocuparme.

Al salir del edificio de justicia, ya en la estación, miro al lado derecho por inercia, y pensando que estaba en el tren, lo encuentro ahí, con las manos en los bolsillos de su chaqueta, y el ceño fruncido. Comencé a hacer mi camino hacia él, pidiendo gentilmente permiso a uno de los agentes de paz, que no se mueve, ni tampoco me niega el paso.

Llego a su lado entonces y suelto un suspiro. Miro exactamente a donde él mira, lo cual técnicamente, es el distrito 1. . . Rodeado de vallas eléctricas, bolsas de arena, agentes de paz. . .

— Si quieres mi opinión, no es una vista muy bonita. —Digo suavemente, mientras que oigo una risa de su parte, lo cual también me hace reír suavemente a mí.

— Quizá sería una vista más feliz si es que Peeta y Katniss no hubieran ganado. —Dice por fin.

Yo me remuevo suavemente, mientras que mis brazos se cruzan sobre mi pecho.

— Ambos sabemos qué hace 75 años, la vista dejó de ser feliz. —Respondo, y ese comentario hace que un gran silencio crezca entre nosotros.

Ni si quiera el distrito uno, que es uno de los distritos que es favorecido por el capitolio, se salva de las medidas de seguridad. Pero ni si quiera pasa por ser el distrito 1, se trata de que la gente está cansada de vivir aplastada por las personas del capitolio. Todos los distritos produciendo cosas para el capitolio, padres enviando a sus hijos a la cosecha, padres recibiendo a sus hijos en ataúdes. . .

Todo para mantener el "orden" de la nación, y "honrar" a los caídos de los días oscuros. . .

Hace 75 años. . .

Bastante lógico.

Y como Devon no parece querer decir nada, yo hablo.

— Escucha. -Llamo, y volteo hacia él para mirarlo, él hace lo mismo. —Lo que dije anoche-

— No importa. —Me interrumpe, mientras que se remueve mirando hacia sus pies. — No espero que entiendas.

Pero su comentario me llena la cabeza de confusión y hasta logra enojarme un poco. ¿Qué no entiendo qué? ¿Qué su madre corre peligro? ¿Qué él corre peligro?

Mis mejillas se ponen levemente rojas. Sacudo la cabeza.

— ¿Qué?

— Que no entiendes lo que se siente. —Responde él y mi mandíbula se tensa rápidamente, porque mi mente comienza a hacer una lista de un "porque" sí las comprendería.

Me muerdo la lengua.

— Mejor que nadie podría contestarte porqué si te entiendo, y me disculpo si es que solo hice que te sientas peor con lo que dije.

Él suelta una pequeña risita amarga que hace que mi expresión se ensombrezca.

— Lo noté bastante bien mientras que reías con Peeta en el pasillo, y coqueteabas con Finnick en el 4.

Ay, voy a explotar.

— Perdona si es que quise hacer amigos un rato. —Le respondo, escupiendo total desagrado en mis palabras.

El vuelve a sonreír de la misma manera. Mis ojos se cierran y se presionan por un segundo, si lo vuelvo a ver sonreír así, juro que voy a encajarle un cuchillo en la mano.

— Se nota. —Comenta, mientras que prende el botón de la muñeca de su chaqueta, y comienza a caminar hacia el tren.

— ¿Cuál es tu problema, amigo? —Le pregunto, casi gritando, sin poder sostener la furia en mi pecho. — ¿Estás celoso acaso? ¿Triste? ¿Preocupado? ¿Vas a monologarme una vez más que no sé lo que siente? Porque —Y debo reír tan amargamente como puedo, mientras que él para en seco de caminar, y se voltea hacia mí.— Honestamente, en todos estos miserables 75 años, puedo hacer una saga de libros de que sí sé lo que siente.

— No, no lo sabes. Tu familia está muerta. —Dice y mi boca se cierra.

Todo pasa demasiado rápido entonces, porque mis pies comienzan a caminar a pasos apresurados, enojados, hasta él, mi sangre corre con fuerza, tanto que zumba en mis oídos, mi rostro se pone más rojo de lo normal y mis ojos comienzan a picar y no pienso, no razono, cuando mi puño va a parar con fuerza contra su rostro, mi nudillo se corta por la fuerza del golpe, y su nariz comienza a sangrar.

Todo parece volver a mí cuando oigo la voz de Haymitch llamarme, y siento que manos sujetan las mías.

— ¡NOVA! —Grita entonces, mientras que mis brazos permanecen quietos y sujetos, me doy cuenta, por Peeta.

Un par de agentes de la paz se acercan entonces y Haymitch no sabe cómo controlar tantas situaciones al mismo tiempo. Yo no despego la vista de Devon ni él de mí. Estoy temblando. Estoy enojada. Estoy dolida. Y todo lo que puedo recordar es a un joven sosteniendo una sombrilla para mí.

Mi cara se arruga y mis ojos se nublan.

— Tú no sabes nada, n a d a, de mi familia. —Deletreo, siseando con rabia, mientras que las lágrimas resbalan de por mis mejillas. — Tú solo viste sus lápidas.

Y Katniss, Peeta, Effie, Cinna, Portia, Devon, todos se quedan callados ante ese último comentario.

— Sácala de aquí, Peeta. —Le ordena Haymitch, quién aun lidia con los agentes de paz.

— Ojalá nunca tengas que enterrar a Violett por tu cuenta. —Y trago con dificultad cuando lo digo, puesto que lo hice con la intención de que le duela a él, no a mí también.

— ¡PEETA! —Le grita Haymitch.

Peeta, quien primero vacila, se apresura aguiarme hasta la entrada del vagón, pero no entra sin decirle a Devon:— No te le acerques.

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Nightmares ➽ Finnick Odair. [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora