Capítulo 37

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Charla familiar.

Amanda se encontraba en la puerta del palacio, unos guardias se encontraban fuera de este, al ver a la chica le dieron paso rápidamente, ella se detuvo un momento a observar aquel palacio, no era nada como el de las princesas de cuento.

El palacio era de ladrillos rojos, puertas dobles en roble con detalles en oro, unas escaleras de mármol estaban puestas para entrar, a los lados todo tipo de enredaderas.

En el interior del palacio, se encontraba una sala inmensa, ventanales por ambos lados y un piso bien pulido, parecía un espejo, el color de las paredes era blancas con un techo gris, tres lámparas de arañas hacían la forma de un triangulo, muebles eran escasos, solo una mesa de abeto con diez flores de narciso en un florero de oro se encontraba al lado de una ventana.

Una señora de ojos vende menta y cabellos dorados apareció del lado derecho del pasillo por una escalera inmensa, la señora llevaba un vestido largo sin mangas y una falda amplia, rojo era el vestido acompañado de una capa en un degradado de negro.

La soberana sonrió a Amanda, ella no sabía quien era esa señora, pero con una corona de oro en la cabeza suponía que ella era la soberana de Cignus y su abuela.

—Mi nieta amada. —fue su saludo al llegar frente a Amanda.

Amanda permaneció en silencio, mientras Deneb sonreía y casi se le salieron las lagrimas al abrazar a su nieta.

—Hermosa Asteria, ¡que bueno que estés aquí! Tus padres nos están esperando.

Esas palabras hicieron que Amanda respirara de forma aliviada, ella quería tener a sus padres a salvo y la noticia que ellos estaban en ese lugar le daba la total libertad de seguir con el plan.

Pero no el que ya tenían, Amanda opto por otro, ella acabaría con su abuela, ella liberaría a Cignus, salvaría a sus padres y se iría lejos de todo, iba a dejar todo atrás o eso quería creer.

—Llévame con ellos. —fueron las primeras palabras que Amanda pronunciaba ante su abuela.

—Y no saludas a tu abuela. —le respondió la soberana sin humor pero la sonrisa no la perdía.

—Hola, abuela. —dijo entre dientes Amanda.

Sintiéndose satisfecha con el saludo de Amanda, le indicó que la siguiera, ambas caminaron a través del pasillo, llegando hasta una puerta doble, Deneb abrió las puertas tras de estas una sala con una mesa que se extendía para darle lugar a las cincuenta personas.

En los primeros asientos se encontraban sus padres y Cory, al lado derecho se encontraba Beatrice y al lado Hansen, al lado izquierdo John y Cory, a la cabeza de la mesa se sentó Deneb, Amanda por su parte quería abrazar a su madre, contarle todo y llorar.

Pero no corrió hacia ella, con un movimiento de mano de la soberana una silla del lado derecho salió para que ella pudiera sentarse. Amanda caminó hasta ese sitio, sabía que en este momento no podía decir o hacer nada amenazante, debía esperar el momento adecuado para actuar.

—Toda la familia reunida. —exclamó la soberana con una fingida felicidad—. Pero, falta alguien, a sí, —chasqueo los dedos y ante ellos la abuela Kayla apareció—, mi querida Kayla, tú haces falta.

Una silla volvió a salir de su sitio para que Kayla pudiera tomar asiento al lado izquierdo, quedando frente a Amanda.

La confusión de los tres fue evidente, John, Hansen y Amanda la vieron fijamente. Deneb y Beatrice no parecían sorprendidas, Cory no entendía las caras de los tres, a decir verdad Cory no se enteraba de nada, el pobre estaba en las nubes, este asunto no le competía a él.

—Esto está mal. —murmuró Beatrice a Hansen, tan bajo que apenas fue escuchada por Hansen.

Kayla no miraba a nadie más que a la soberana de Cignus, y ella parecía que retaba a la líder de los Sanguinarios de Metis, una batalla se libraba entre dos abuelas, una de miradas asesinas, el silencio era la compañía de ese espectáculo.

—Ahora sí, estamos todos.

La soberana aplaudió y un banquete apareció ante sus ojos, toda clase de mangares aparecieron sobre la mesa, cada uno tenía una copa de vino delante, pero este era de un verde brilloso con toques de glitter amarillo.

—Aun no beban, es un vino especial. —la voz de Kayla fue la que escucharon los presentes.

—Tienes razón mi querida Kayla, primero respondamos preguntas ¿te parece?

»Creo que Amanda ya sabe la historia de Cignus, pero debe tener muchas preguntas, ¿las tienes pequeña?

—Ni se te ocurra hablarle a Eli.

—Yo también soy su abuela, que no se te olvide Hurley.

—¿Eres mi madre? —habló John por primera vez.

—Larga historia, te la resumo en: te aleje para salvarte

—Ja, por favor, deja de mentir, lo abandonaste porque era un niño y los niños no te sirven.

—La vida es corta y larga a la vez, es difícil saber que momentos se quedaran en tu memoria, hay momentos que olvidamos aun siendo estos los mejores, por eso debemos disfrutar cada día.

—Deja tu filosofía al lado, y di la razón de estar aquí.

—Bien, están aquí porque los quiero aquí.

Cory atento a lo que se decía, disfrutaba de una papá frita, John esta anonadado por la revelación de la soberana, ella era su madre, su madre biológica, Beatrice ocasionalmente cerraba los ojos tratando de clamarse, Amanda al tanto de algunas cosas no parecía tan perdida, mientras Hansen alternaba la vista entre Kayla y Deneb.

La risa de la soberana resonó por todo el lugar al ver la molestia en la cara de Kayla, ella sabía como hacerla perder la paciencia, necesitaba que todos la escucharán.

—En realidad no creo que esto nos lleve más de dos horas, tienen que escuchar y las preguntas las hacen al final.

Nadie tenía idea de lo que la soberana Deneb les contaría, Amanda sabía que debía entretener a su abuela por lo menos una hora, con eso tendría suficiente para llevar a cabo su plan, debía copiar el poder de Tyr, con los cuchillos en la mesa sería suficiente para acabar con la soberana.

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El secreto de Cignus [Terminado✅️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora