El secreto de Cignus [Terminado✅️]

Capítulo 21

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La oportunidad para preguntar por la abuela

Las preguntas resueltas por Tyr el día anterior, causaron que Amanda se cuestionará más cosas, al llegar a casa, encontró a su madre cocinando, por esta vez dejó que su madre destruyera la cocina, subió a su habitación y por primera vez desde hace mucho, pudo quedarse dormida con tan solo poner la cabeza sobre la almohada.

La mañana llegó y con ella una nueva oportunidad para descubrir más sobre todo este misterio de Cignus, la abuela y los apagones de luz que suceden sin falta cada noche, Amanda se despertó decidida a retomar su búsqueda de respuestas.

La visita de su madre se alargaría por una semana, por motivo de las fiestas de diciembre, Beatrice pasaría navidad junto a su hija y año nuevo lo pasaría junto a Cory, Cory y Beatrice planearon un viaje a Roma por dos semanas, así que Amanda por esta semana tendría a su madre para pasar tiempo con ella.

A Amanda se le ocurrió que, ya que su madre se encontraba en Metis y no tenía nada en que ocupar su tiempo, Beatrice le ayudaría a saber sobre su abuela, debía descubrir a que abuela se refería aquella sombra, aquel oficial de la soberana.

Amanda se vistió, bajó las gradas, justo en el momento que su madre despedía a Hansen y John, una sensación recorrió la espina dorsal de Amanda, aunque quería a Hansen, siempre tendría en ella un espacio para volver a ver a su familia junta, pero de algo estaba segura, no cambiaría nada, John amaba a Hansen y Beatrice está con Cory, y ella ama a los tres, bueno ahora cuatro.

Al irse sus padres, Beatrice cerró la puerta viendo a su hija a la mitad de las escaleras con una sonrisita en los labios, Beatrice la apuntó, alzando una ceja.

—Si dices algo te dejó sin desayuno. —sentenció Beatrice.

—Puedo prepararme uno. —le guiño un ojo Amanda a su madre.

—No te dejó entrar a la cocina. —Beatrice casi le saca la lengua a su hija, con una sonrisa de victoria se dirigió a la cocina.

Detrás de ella Amanda pensaba en como le podría preguntar sobre su abuela, Beatrice casi nunca hablaba sobre ella, las fotografías en casa eran pocas, a su madre todavía le dolía la muerte de su madre, una muerte que aunque pasarán años nunca dejaría de doler.

Antes que pudiera formular pregunta alguna, su madre se adelantó a preguntar.

—Hija, ¿Estás bien?

Amanda no entendía a lo que se refería, hasta que, Beatrice volvió a hablar.

—Sé que estas fechas pueden doler, está bien que sigas recordando, me alegra que no te hayas encerrado en ti misma ahora, pero sabes que, si quieres llorar o alejarte está bien, solo, no lo hagas por mucho tiempo.

Y Amanda entendió a lo que se refería su madre, ella recordaba que día era, por ello había llegado antes, ayer fue ese fatídico día, no quería decir nada, hablar sobre eso no le apetecía en estos momentos por ello decidió asentir y cambiar de tema.

—Mamá ¿Puedo preguntarte algo? —Amanda empezó cautelosa, no quería lastimar a su madre.

—Si es sobre mi relación con Cory, déjame decirte que es muy bueno en...

—No quiero saber sobre en que es bueno Cory. —la interrumpió Amanda, tratando de no pensar en Cory y su madre—. Quiero preguntar sobre la abuela Kayla.

El ánimo que albergaba el rostro de Beatrice se evaporó, como lo hace el agua a 100º C, el rostro de felicidad y complicidad fue sustituido por uno de tristeza y murria.

A Beatrice le costó un poco salir del trance al que había entrado con la inesperada solicitud de su hija, su madre había fallecido hacía diez años, el último deseo de su madre fue, que Beatrice hiciera todo lo posible por que Amanda no la recordará, por tal razón se deshizo de las cosas de su madre, de bastantes pertenencias, para honrar su memoria, ese había sido su último deseo y Beatrice lo respetaría sin cuestionar.

Por su parte Amanda necesitaba saber sobre su abuela, necesitaba tirar de un hilo para llegar a sacar sus conclusiones, Amanda creía que su abuela Kayla era lo que necesitaba para saber más.

Muchas dudas, muchas teorías y muchos secretos que desvelar.

Beatrice no movía ni un dedo, solo se dedico a fijar su vista en las tostadas con mermelada hecha por John, debía darle una respuesta a su hija, quizá ya era hora de desobedecer a su madre, de todas maneras ella estaba muerta, a tres metros bajo tierra, ¿Qué podría pasar?

—Amor, dime ¿Qué quieres saber sobre ella? —Beatrice levantó el rostro, conectado sus ojos café con los grises de su hija, tan iguales y tan diferentes al mismo tiempo a los de John.

—¿Dónde vivió la abuela en su juventud? —Amanda se emocionó por la oportunidad que le daba su madre, al parecer la suerte estaba de su lado, ayer Tyr le concedió respuesta a tres preguntas y hoy, su madre por fin hablaría sobre la abuela Kayla.

—Pues no lo sé, nunca me contó mucho sobre su vida cuando era joven.

Amanda puso una mueca de desilusión, la abuela y sus misterios, lo poco que recordaba de ella eran las pláticas secretas con el abuelo, cuando Amanda, Beatrice o John se acercaban a ellos inmediatamente se callaban, nadie sabía de lo hablaban, parecían espías, Amanda recordaba que cuando tenía unos ocho años pensaba que la abuela no era su abuela, sino solo una espía cumpliendo con un papel de abuela para no ser descubierta.

«La imaginación de un ser humano no tiene limites.»

—Pero el que puede saber algo es tu abuelo, recuerdo que él me contó que luego de conocerse se fueron lejos del pueblo de tu abuelo.

Las esperanzas de Amanda volvieron, su madre no le fue de mucha ayuda a decir verdad, el abuelo podría saber más pero ¿Dónde estaba el abuelo? Hacía una década que no lo veía. Debía buscarlo, ahora su siguiente objetivo era su padre.

—Madre, ¿Cómo fue el accidente de la abuela? —Amanda tenía una última pregunta.

Beatrice palideció, el accidente de su madre no fue tan accidente como le hicieron creer, todo el mundo creía que había sido un accidente de auto, hasta ella pero luego de investigar un poco pudo dar con que, su auto había sido alterado y al parecer no fue un accidente, su muerte fue provocada.

No quería hablar sobre eso a su hija, Amanda no debía saber la verdad, quizá no era lo mejor, por esta vez creyó que era mejor mentirle y seguir ocultando una verdad que solo tres personas sabían y una de ellas estaba muerta.

—No fue un accidente —admitió para su sorpresa.

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