Capítulo 19

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Una sorpresa inesperada pero agradable.

La confesión de Tommy congeló a Amanda, «esa aldea, fue llamada, Cignus» esa frase se clavó en la mente de Amanda, Tommy guardaba silencio, esperando por una reacción de la chica de ojos grises, pasó un minuto, nada, Amanda ni parpadeaba. Cinco minutos, Amanda tomó asiento cerca del sauce mientras Tom se sentó en un viejo tronco caído que se encontraba cerca.

Tommy se comenzaba a desesperar, Amanda no reaccionaba, en su mente estaba intentando encajar cada pieza, sus sueños, ellos le advertían de Cignus, aunque antes no sabía donde se encontraba o que era, ahora sabía que era un lugar, una aldea al interior del bosque.

Los segundos pasaban, en la cabeza de Amanda rondaba una pregunta, pregunta que se la hizo a Tommy.

—¿Cómo es que sabes esto? —cuestionó Amanda poniéndose de pie caminado hasta donde Tom estaba.

—Amanda, no puedo decirte como es que lo sé.

—¿Por qué estabas aquí? ¿Cómo es que sabías que vendría? —atacó Amanda, moviéndose de un lado a otro.

—Te esperaba. —contestó Tom a la primera pregunta encogiéndose de hombros—. Yo fui quien le dijo a Peito que fuera a dejarte el mensaje.

Eso hizo que Amanda recordará su encuentro con Nix la noche anterior, ahora que lo pensaba bien, Nix parecía extraña, diferente, distinta. Y todo eso era porque no era Nix sino su hermana, Peito, los pensamientos de Amanda fueron interrumpidos por la voz de Tom.

—Creí que no vendrías, pero al parecer Peito te convenció de venir y hablar conmigo.

La verdad era que Peito la había engañado haciéndose pasar por Nix, Amanda creyó que con los que hablaría sería con los chicos nunca con Tommy y menos con Peito.

Pero así eran las cosas, Tom sabía más de lo que contaba, por lo poco que Amanda conocía de él, sabía que no le diría nada más que lo justo, lo único que él quería que ella supiera.

—Debo irme. —dijo apresurada, no dejo tiempo de protesta, tomó su paraguas y corrió de regresó a la civilización.

Amanda apresuró el paso al percatarse que el cielo rugía, los dragones grises estaban bailando por todo el cielo, haciendo que las gotas de agua comenzarán a caer, aunque llevaba consigo un paraguas no lo extendió.

Las gotas de agua cayéndole por la cara, recorriéndoles el cabello, fueron una sensación que la hicieron sentirse viva, sentirse bien y por un momento lo estaba, estaba bien con ella, intentando perdonar al maldito destino por arrebatarle lo más preciado para ella.

Los ojos de Amanda se cerraron por un fracción de minuto, por esos preciados segundos alguien había llegado junto a ella.

—¿Lo extrañas? —preguntó una voz que provenía de su lado derecho.

La chica de ojos grises abrió los ojos como platos, al ver a la figura que permanecía con la vista al frente y al lado de Amanda.

—¡¿MAMÁ?! —exclamó Amanda viendo a Beatrice sin paraguas nada más una gabardina verde menta protegiéndola de la lluvia.

—¡Cielo!, —Beatrice envolvió a su hija en un cálido abrazo-, no podía pasar más tiempo lejos de ti. -le susurró dándole un beso en la coronilla de su amada hija.

Ambas se separaron un poco, las sonrisas que se tatuaron en los rostros de ambas eran difíciles de borrar, mientras la lluvia las mojaba por completo, las dos decidieron ir al restaurante de John, el paraguas de Amanda nunca fue utilizado, madre e hija decidieron correr bajo la lluvia.

Empapadas llegaron al restaurante, donde varias personas habían quedado varadas en el interior, la lluvia era cada vez más fuerte.

Beatrice y Amanda entraron esquivando a las personas, se dirigieron al despacho de su exmarido y padre de su hermosa hija. Llegaron a esa puerta de roble oscuro, Amanda estaba por tocar, cuando su madre se adelantó y entró, sin importarle la privacidad de su exmarido.

John detrás de su escritorio, respiró profundo dispuesto a reprender a Fred, pues él era el único que entraba a la oficina de John como si de su casa se tratase.

Al levantar la vista, vaya sorpresa se llevó, teniendo delante a su exesposa y su hija, ambas empapadas de pies a cabeza, Beatrice lucía unas botas negras altas hasta la rodilla, con un pantalón del mismo color y una blusa blanca con escote profundo y una gabardina verde menta la cubría del frío.

—¡Madre mía! ¿Qué les ha pasado? —preguntó un tanto confundido al ver el paraguas en la mano de Amanda.

—Nos hemos dado una ducha con ropa, a qué si hija. —ironizó Beatrice.

John puso los ojos en blanco levantándose de su silla, rodeando su escritorio. Beatrice llegó al lado de su exmarido, tomándolo por sorpresa lo abrazó causando que el traje que usaba se humedeciera y la camisa se le pegara a la piel, mostrándose así su abdomen trabajado.

—No has cambiado ni tantito —susurró Beatrice a John.

—Tú tampoco, loca —le dijo John dándole un beso en la mejilla, separándose de ella para ir a darle un abrazo a su hija, al fin y al cabo su exesposa ya le había pasado un poco del agua que contenía su ropa.

Beatrice, Amanda y John decidieron irse a casa, así ambas chicas podían secarse y ponerse cómodas. Ya en casa, John guio a la habitación de huéspedes a Beatrice, Amanda había insistiendo en que se quedará con ella pero su madre no aceptó.

Mientras Beatrice se daba una ducha, Amanda hacía lo mismo en su habitación, después de lo ocurrido ese día, Amanda solo quería descansar pero eso no iba a ser posible.

Tyr llegó a la residencia Mayorm en busca de Amanda.

Tiempo después que Amanda dejará atrás la entrada del bosque, Tyr llegó, no sabía muy bien porque pero algo dentro de él lo incitaba a ir a la entrada del bosque, al llegar se encontró con Thurno, no era del agrado de Tyr pero sabía que él tenía más contacto con las personas que habitaban Metis, ya que él era un espía de la soberana.

—¿Thurno qué haces aquí? —habló Tyr acercándose hasta donde se encontraba el chico de tes oscura.

El chico se giró sonriéndole a Tyr en el proceso.

—¿Me hablas a mí?

Tyr asintió sintiéndose enfado hacia el chico, algo en él no le terminaba de cuadrar, no sabía si era esa actitud relajada, el tiempo que estuvo fuera o que de un día a otro él se convirtiera en el primer chico en tener libre acceso a irse de Cignus.

—Disculpa, es que —hizo una pausa dramática, acercándose más a Tyr—. Ya nadie me llama así, solo Tommy o Tom.

Las ganas que tenía Tyr de golpearlo lo superaron pero trato de controlarlo lo más que pudo, Thurno o Tom volvió a hablar, quizá para enfadar más a Tyr o solo para darle el dato.

—Ella se acaba de ir, lástima no me dio tiempo a explicare más. —Thurno puso cara de pesar, aunque Tyr no le creyó nada.

—¿Qué le has dicho? —cuestionó Tyr más enfadado de lo que quería sonar.

—Lo suficiente para acercarla más a la soberana.

Eso fue lo único que le bastó a Tyr para golpearlo con todas sus fuerzas sin importarle los golpes que había conseguido tras salvar a Amanda.

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El secreto de Cignus [Terminado✅️]Where stories live. Discover now