Prólogo

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El comienzo.

Me encuentro de pie en el primer peldaño de una escalera estilo caracol, parece infinita, sin saber muy bien porque, subo los escalones, bajo mis pies un ruido aterrador sale cuando la madera cruje tras mis pisadas.

Al llegar al último escalón doy media vuelta viendo el vacío que hay detrás de mí, la escalera se pierden en la infinidad de la oscuridad.

Una puerta aparece frente a mí pero esta, está cerrada. Y de esa puerta, se escapa un grito, ese grito es de verdadero terror, la voz, esa voz la conozco muy bien... es... mi madre.

Corro hasta la puerta, cayendo en el proceso al vacío...

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Amanda en su cama salta, esta es la tercera vez que despierta en medio de la agitación, los gritos de su madre junto con la caída son la mejor detonación para despertarla del sueño, ese que la atormenta, que la hace despertar tres veces cada noche, que la hace dormir tarde y despertar temprano.

Muchas veces para alejarlo y despejar su mente sale a correr y hoy no es la excepción, se coloca sus zapatillas blancas, su jersey gris, se ata su cabellera castaña colocándose en el proceso sus airpods conectándolos a su dispositivo móvil, reproduciendo footloose.

Corre varios kilómetros con chandelier sonando en sus oídos, corre para olvidar, para no recordar, para alejar aquel sueño que perturba su descanso. Corre más rápido cada vez que las imágenes del sueño aparecen en su mente.

Corre, corre y corre hasta volver a casa, se detiene al ver movimientos dentro de su casa, su madre ya ha despertado.

—¡oh no, no, no! —suelta por lo bajo con claro temor, Amanda tiene dos opciones, entrar y explicar el porqué de su salida o entrar sin ser vista para así evitar las explicaciones de su temprana salida.

Claro que Amanda muchas veces no toma la decisión más fácil o la que mejor le convenga, se aleja a la parte trasera, puede entrar por la puerta de atrás, pero no, ella decide escalar por el roble que se encuentra frente al ventanal de su habitación, escala hasta llegar a la ventana, lo hace despacio para no caer o causar algún ruido que provoque que su madre se entere de su escapada.

Abre la ventana cuando la alcanza, entrando lo más rápido y silencioso posible, se saca las zapatillas tirándose a la cama para meterse debajo de las sábanas tapándose la cara, cuando su madre con sus nudillos toca la puerta de la habitación de Amanda, sus toques son armónicos, suaves y delicados sirven para despertar sin asustar.

—¡Buen día, querida! —Se hace notar la emoción en la voz de su madre—. ¡Es hora de despertar!. —Abre la puerta para entrar y ver a una Amanda acostada según Beatrice recién despertada.

Amanda se hace la dormida para no explicar el sudor de su frente, pero sabe que tiene que decir algo para que su madre no se acerque más, si no, lo puede notar.

—¡Ya he despertado!. —Le informa fingiendo somnolencia.

Su madre acepta su respuesta, se da la vuelta para regresar a la cocina y hacerle el último desayuno antes de irse con su padre, sabiendo que no extrañará su comida ya que su padre es un gran chef.

Mientras su madre prepara, omelette, cereal, fruta y juego, Amanda se baña disfrutando de Adele, se prepara para salir a desayunar con su madre.

—Mmm, ¡Que rico! —Elogia Amanda la comida de su madre.

—Siéntate amor, debes desayunar —le ordena su madre con una sonrisa en su rostro.

Ambas se sientan una frente a la otra, sonriendo como cada mañana, Amanda admira a su madre se siente orgullosa de ella y su madre ama a Amanda, ellas han forjado una gran relación de respeto, admiración, amor y orgullo la una por la otra.

Beatrice, es una gran madre, abnegada, responsable y cariñosa. Pero desde hace algún tiempo le preocupa algo, algo que debe mantener para ella, por ahora pero debe cuidar y proteger a su hija, por eso ha decidido que Amanda viaje para quedarse unos meses con su padre.

Amanda no deja de pensar en su sueño, cada noche sueña con lo mismo, desde hace unos meses no hace más que soñar con ese aterrador escenario, no sabe qué es o por qué es tan constante ese sueño. Además debe de mantener la calma, por el bien de su madre, es posible que el cambio de ambiente le pueda ayudar a refrescar la mente y calmarla un poco.

—¿Estás lista para ir a ver a tu padre? —la anima su madre al verla presente pero a la vez distante.

—Sí, lo estoy. —afirma dándole una sonrisa reconfortante a su madre.

Está decido, ella se irá por un largo tiempo de su hogar, han pasado semanas debatiendo con su madre sobre la visita a su padre, es bueno y lo quiere pero el irse de su hogar, del lado su madre, no es algo que le apetezca mucho, pero para su infortunio o su salvación su madre la ha obligado a hacerlo, alegando que es por su bienestar.

Ambas mujeres terminan el desayuno, hoy es su último día juntas, así que Beatrice ha dejado de lado su trabajo para pasar las últimas horas con su hija antes de separarse por unas cuantas semanas, meses a decir verdad, por su parte Amanda no tiene nada que posponer, aplazar o dejar de lado ya que en su ciudad no tiene amigos, prefiriendo el tiempo a solas, con ella misma.

Amanda sube a su alcoba a prepararse para salir con su madre, Beatrice está esperando a su hija colocándose el abrigo marrón, llega Amanda y salen de casa, subiendo al Audi negro que ocuparán hoy, es el predilecto para un día de chicas.

Pasan el día de tienda en tienda, comprando y probando sin fin de oufits, si hay algo cliché que comparten es el shopping, su madre le pasa prenda tras prenda mientras Amanda va descartando lo que le parece soso o no es de su estilo, tras unas paradas más, van al cine donde entran a la sala que proyecta Percy Jackson y el mar de monstruos.

Se toman el tiempo de comer, hablar, reír y desear que esta salida no sea la última, a decir verdad esta salida ha sido beneficiosa para Amanda, se ha podido relajar y dejar de pensar en lo que tanto la atormenta.

Llegando a casa el reloj marca un cuarto para las siete, debe partir a las ocho de la noche, en una hora quince minutos debe dejar a su madre, la casa y la preocupación para embarcarse al reencuentro con su padre John y su padrastro Hansen.

Beatrice a pedido pizza para compartir su última cena al lado de su niña, de su tesoro, de su hija, con su pequeña familia completa, ambas se sientan en el sofá para disfrutar de algunos episodios de Riverdale, comparten un buen momento hasta que llega la hora estipulada para partir.

—Es hora. —le informa Beatrice a su pequeña con las lágrimas al borde. Amanda se acerca a ella para estrecharla entre sus brazos y darle un beso, sabe lo difícil que es alejarse, nunca lo han hecho por más que unas cuantas horas, pero nunca se llega.

Ambas saben lo que se debe hacer, Amanda toma su maleta y Beatrice toma las llaves del BMW gris, madre e hija se aventura a la estación de tren, el pueblo donde habita su padre está a dieciocho horas en auto por lo que, el tren es su mejor medio de trasporte.

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El secreto de Cignus [Terminado✅️]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt