—No,no, tómate todo el día. Nosotros nos encargaremos.

—Te vamos a extrañar —murmura Adamaris.

—Nos veremos todos los días —insiste ya no tan convencida.

—Te vamos a extrañar aquí en la casa —corrige.

María ríe, una risa que contagia a los presentes. Pronto, cada integrante se dispone a prepararse para el día hasta que la casa queda completamente sola. Al llegar a las instalaciones el personal se encontraba esperándola para felicitarla por lo que una lluvia de aplausos y cotorreo se hizo sentir incluso para las personas que transitaban en la calle que no dudaron en  asomarse para ventanear lo ocurrido a dentro.

No se dijo ninguna palabra más allá de agradecimiento puesto que en el lugar se encontraban clientes y pronto todos se dispusieron a continuar su trabajo.

Los hermanos se dispusieron a llegar a encerrarse en su oficina, pero se detuvieron al ver a Mónica salir de su oficina llevando consigo un gran ramo de rosas blancas. La rubia al verlos, cambio su expresión de repulsión por una completamente neutral.

—Oh, que lindas flores, ¿Un admirador quizas? —pregunta Adamaris.

—¿Esto? —pregunta de vuelta, mostrando el arreglo. —¡No, que va!, creo que se equivocaron. Voy a votarlas.

—Es una verdadera pena, son muy hermosas —comenta Alan de manera mecanica. Luego, sonríe sin mostrar los diente aunque su sonrisa no llegó a sus ojos. —pero sería una verdadera pena votarlas, mejor llamemos a la floristería a devolverla —estira un poco la mano y aplicando un poco de fuerza agarra la nota y la enseña. —¡Total! La dirección está en la tarjeta —a Mónica se le fueron los colores de la cara y sus ojos se abrieron de par en par. Alan leyó la dedicatoria. —"Ninguna flor es digna de tu belleza, pero espero que con este arreglo sea el punto de quiebre a tu perdón. Javier" ¡Vaya! Nada original.

—Como sea —gesticula, aún nerviosa, recuperando el color. —voy a votarlas porque no aceptan devoluciones, así que con permiso.

Camina tan rápido que no permite que Alan continue hablando por lo que lo deja con la palabra en la boca. Éste la observa desaparecer y después de unos minutos de estar de pie a mitad de pasillo se dirige a su oficina donde se encierra, dejando a Adamaris sola y con una sonrisa llena de diversión en su rostro, que se fue nublando de melancolia al recordar el rostro de Alejandro. Sacude su cabeza tratando de alejar ese recuerdo y también se encierra en su oficina; y estando allí, se dispone a trabajar en los bocetos que habia imagino de camino a la ciudad.

Plasmar sus ideas la desconectan por completo de la realidad por lo que no se dió cuenta del paso de las horas hasta que terminó de plasmar todo en los bocetos. Sonríe feliz ante la imagen proyectada de estás. Con la mirada desplaza su vista para poder encontrar su celular pero al no verlo en su escritorio, agarra su bolsa y rebusca en él. Tampoco se encontraba allí, y entonces, pensó que muy probablemente lo abría dejado en auto por lo que se apresura a salir de su oficina, rumbo al parqueadero. De camino al lugar, también iva Mónica quien no dudó en unirse a ella.

—Hola, ¿A dónde vas? —le pregunta Mónica.

—Al parqueadero, creo que se me olvidó el telefono en el auto.

Mónica suelta una sillita baja.

—Con razón te llamé multiples veces y no me contestaste.

—Si bueno, se me había  ocurrido una gran idea y estoy trabajando en ella. Pero quería tener todo los bocetos listos antes de mostrarlos ha Evi, por lo que quise mandarle un mensaje y no encontré  mi teléfono —suspira con pesadez al terminar su relato. 

Los Cambios En El AmorWhere stories live. Discover now