A punto de saltar al vacío

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Luego de que Pierre estacione fuera de la casa de la abuela, nos sumergimos en un silencio que no tolero. Nos iluminan las luces de las calles y las que salen por las ventanas de las casas. Ya se ha puesto la camisa, limpiado la sangre, y también se encargó de curar rápidamente mis heridas con un botiquín de emergencias que lleva por si acaso dentro del auto.

Durante el camino, similar a una gran final post batalla, intenté centrarme en analizar a fondo los sucesos. Fue difícil; la cabeza no para de darme vueltas. Pero detecté un detalle en concentro que despertó mi atención y sospecha: la llamada de Melanie. La repentina interrupción. El detonante que nos llevó a correr por el bosque en busca de un asesino.

Me animo a hablar al respecto antes de abandonar el auto:

—¿Esperabas su llamada?

—¿La de Melanie? —Afirmo—. Claro que no.

—¿Ella siempre te advierte de los posibles ataques?

—Sí, siempre.

—¿Y cómo se entera por adelantado?

—No lo sabemos. —Desliza las manos del volante y las deja caer en sus piernas—. Nunca lo supimos, simplemente sabe cuándo es la hora. Junto a Jasper creemos que su dragón tiene la intuición mucho más desarrollada que el resto. Huele el peligro; por eso, además de ser mi mejor amiga, es mi aliada.

—¿Nunca ha fallado?

—Jamás.

—Mmm, yo creo que esta vez sí, porque no habían presas para cazar. No iba a hacerle daño a nadie.

—Tú eras la presa —murmura—. Sabe que me aparezco a prevenir sus ataques; esta vez me esperaba, sabiendo que iría contigo.

«Así que no, no pienso parar jamás, aunque eso implique tener que aguantar tu entrada heroica una y otra vez», pronunció Colin; y toma mucho más sentido ahora. En simples palabras, Pierre arruina los perfectos planes del rubio, los hace trizas. Ese es su trabajo.

—¿Fue una trampa? —deduzco.

—Sí que lo fue. —Me mira fijamente entre la oscuridad—. Nena, si no estuviera en peligro de perder mi energía clara, te prometo que usaría cada una de mis dagas y lo mataría.

—No digas eso... —suelto con el ceño fruncido.

—Acabaría con los problemas de este pueblo, dejarían de aparecer dragones muertos y nadie estaría tan a la defensiva nunca más. —Se acerca para susurrar—: Todo volvería a ser como en los viejos tiempos.

Escúchalo.

Bajo la mirada. «En los viejos tiempos», tal como la abuela Mar quiere.

Tiene razón, opino exactamente igual, pero no voy a decirlo en voz alta. ¿En qué momento empecé a desear matar a una persona? Me aterra en lo que sea que me estoy convirtiendo, en lo que me lleva a pensar y anhelar ese tipo de cosas. Quiero lo que no debo, lo que no entra en mi normal comportamiento y nunca creí que entraría. ¿Qué clase de nivel es necesitar matar a un sujeto?

—Ahora ve a descansar, ¿sí? —formula y señala la casa con la cabeza.

—Si... —Tomo mis cosas y me bajo del auto, pero sin antes voltear con una última pregunta en la punta de la lengua—. ¿Tú estarás bien?

—No te preocupes, acostumbro a esto. —Me sonríe, transmitiéndome seguridad. Le sonrío, transmitiéndole cariño y, en gran medida, agradeciéndole—. Aunque, si quieres que me quede... —añade—. Puedo pensármelo dos veces.

—Sabes que no me negaría, pero esta vez quiero estar un poco sola; y pensar.

—No hay problema. De todas formas, te aconsejo no pensar demasiado. Duerme, lo necesitarás.

OSCURO GÉNESISWhere stories live. Discover now