La espera intencionada

492 80 17
                                    

Atravesamos el jardín de enfrente, Pierre hablando de vaya saber uno qué y yo mirando hacia todos lados, con Oliver a rastras, como si así pudiese procesar lo que tengo ante mí.

Subo escalón por escalón de la escalera de cemento que da a la puerta principal. Estamos rodeados de césped y florecitas como las que planta mi abuela en su jardín, las cuales dan un aire veraniego un tanto anormal en Canadá.

—Brid. ¿Estás bien? —La voz de Pierre me obliga a volver a concentrarme y salir de mi fascinación extrema. Aunque sé que, al entrar, las cosas van a ponerse peores—. ¿Quieres entrar?

—Sí —contesto, acercándome a la puerta inmensa de vidrio tan grueso como las paredes que mantiene abierta, esperándome—, lo siento, es que...

Me interrumpo a mí misma cuando doy un paso adentro. Y ¡Dios mío! Es el salón más grande que he visto en mi vida, con sofás y sillones de terciopelo gris en el centro junto a una mesa de cristal súper delicada, arañas cargadas de pedrerías colgadas del techo, ventanales al fondo que dejan ver otro jardín con una larga piscina iluminada con colores, entre otros detalles que no alcanzo a describir con una sola pasada de vista.

Me quedo boquiabierta mientras Pierre apoya una mano en mi espalda baja para que avance por el lujoso salón con pisos de mármol y sigue relatando algo que no escucho ni siquiera.

Un televisor gigante yace en la pared izquierda, arriba de estanterías, la mitad con videojuegos y la otra mitad con libros antiguos. También hay alfombras suavecitas en el centro, similares a las de mi habitación.

—Definitivamente, esto debe ser una broma —reitero cuando mi cerebro acaba de procesar al menos la mitad del lugar.

—Yo creo que es bastante real para ser una broma —dice Jasper, bajando por las escaleras blancas de la derecha que, al parecer, dan al piso de arriba.

—Que sea real no quita que pueda ser una broma.

—¿Te parece que lo sea? —Pierre señala la sala en general—. Yo no le veo nada gracioso, no creo que se trate de una broma.

—Si te gusta reírte de mis reacciones, no descarto que hayan montado todo esto a propósito.

Ambos chicos sueltan unas carcajadas y niegan mientras Jasper me guía hasta uno de los sofás. Oliver comienza a olfatear todo hasta que se tira de panza en las alfombras en las que yo pensé hacer lo mismo. Se ven sumamente tentadoras.

—Esto es de verdad, Bridget —señala el tatuado—. Aquí vivimos, como te contamos, los tres juntos.

—¿Dónde consiguieron esto? —Ambos se sientan enfrente de mí con cierta gracia—. ¿Acaso sus papis se lo compraron con un mágico dineral que tenían ahorrado?

Sé que tiene mucha lógica que esa sea la respuesta. Es imposible que, con tan poca edad, hayan comprado una mansión de vaya saber cuántos miles de dólares. Ni trabajando sin parar durante años me alcanzaría para pagar algo como esto.

Los chicos se lanzan miradas silenciosas respecto a mi comentario, y no puedo evitar sentir de nuevo lo molesto que resulta que hagan eso.

—Lo conseguimos de una manera más... especial.

—Pero no es un asunto importante —añade Pierre con cierta desesperación camuflada. Actúa así cuando se trata de algo referido a eso que no puede contarme, según él y la abuela. Así que no fuerzo el momento.

Y, para su suerte, Melanie llega a interrumpirnos con su típica energía alocada, alegre y llena de arcoíris volando por el ambiente. Estoy en proceso de aceptar que ese es su estilo de vida.

OSCURO GÉNESISWhere stories live. Discover now