Tus colmillos chorreados de victoria

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Guardo silencio y regulo mi respiración para intentar escuchar en profundidad. Las garras frenan, y Colin aparece ante el parabrisas. Me tapo la boca para no gritar y agravar el momento, porque ese no es el chico rubio que conozco; para nada. Este no es Colin Rutherford. O, si lo es, está bajo tantas capas que se hace imposible encontrarlo.

Me analiza con una sonrisa siniestra mientras mueve sus alas de atrás hacia adelante sin elevarse. Tiene las venas teñidas de negro, al igual que sus ojos, y las alas son de un color opaco y oscuro. Vuelve a clavar las garras en el metal del auto y lo araña produciendo un chirrido agudo. Lo está destruyendo todo.

Logro ver a Pierre por la ventanilla del techo aparecer en lo alto, planeando en el aire para abalanzarse sobre Colin. Lo empuja contra un árbol sin frenar y estampa la espalda del rubio contra la corteza.

La fuerza de uno pelea contra la del otro. Pierre intenta tomar la Tanzanita que Colin lleva colgada del cuello a toda costa, pero se lo impide de mil formas como si fuese su gran tesoro preciado. Intento creer que es su mayor fuente de poder y que, sin ella, todo se acaba. Esto se acaba, él puede morir sin su Tanzanita.

Cuando creo que Pierre le robará la piedra, Colin alza el vuelo y forma con sus manos una luz brillante que le lanza directamente al pecho, la cual lo toma desprevenido y lo envía al otro lado del círculo en llamas como si de una onda expansiva se tratara.

Se lo quitó de encima.

Se vuelve hacía mi sin pensarlo, quiere a su presa, la saborea. Me desespero cuando corre hacia el auto y comienza a forcejear con la puerta del vehículo al llegar. Intenta abrirla o romperla de un tirón.

—¡No! ¡Colin, no hagas eso! —le grito dando toquecitos en el vidrio para captar su atención. No es un perrito, pero no tengo idea cómo tratarlo—. ¡Escúchame!

Parece un animal, no me mira, solo se concentra en su meta. Me vuelvo a la pantalla porque una luz roja y señal de alerta posan en ella. «Advertencia», repite una voz chillona sin descanso por los altavoces con una alarma insoportable de fondo.

Presiono muchos botones intentando frenarlo, o apagarlo de cualquier forma. Me sudan las manos, el corazón me late con fuerza.

La alarma se detiene.

Y la puerta se abre.

No alcanzo a reaccionar; Colin me saca del interior, tomándome arrebatadamente de los brazos, y sale volando justo en dirección al fuego. Me clava las garras puntiagudas con fuerza en la piel, las entierra en mi carne. Esta vez sí que grito, y mucho.

Me suelta en el centro del círculo, y caigo en seco a la tierra húmeda. Me retuerzo entre gruñidos a causa del dolor punzante en la espalda, en los músculos dañados. Inhalo una bocanada de aire y me esfuerzo para ponerme de pie antes de que Colin ataque de nuevo. Sin embargo, ya está en frente de mí.

Me tiemblan las manos, la sangre de mis brazos que brota de las heridas corre por mi piel y gotea por mis dedos hasta salpicar el suelo. Me arde.

No veo más allá de las llamas, son muy altas; no encuentro a Pierre ni siquiera en el cielo. ¿Qué mierda le lanzó Colin para desaparecerlo así?  Maldigo en voz baja, no sé cómo reaccionar; lo necesito a él. Además, me molestan los ojos a causa del calor intenso y directo que me atraviesa de todos lados.

Piensa, piensa.

Saco arrebatadamente la daga que, para mi suerte, sigue en mi bolsillo a la espera de ser usada y lo apunto a Colin mientras él juguetea con sus alas. Me espera a mí, me mira sin accionar. Pudo atacar cuando estaba débil, en el suelo, pero no lo hizo. ¿Cuál es su plan?

OSCURO GÉNESISWhere stories live. Discover now