No soy un peluche de feria que puedas conseguir fácilmente

414 67 31
                                    

Corro por las calles de Shungit sin noción de mí alrededor. Lo más probable es que la mitad de los habitantes que rondan el centro me miren con cara de: «¿y a esta que le picó?». Pero no me interesa, y menos cuando lo único en lo que pienso es en el chico pelinegro de ojos verdes y en cómo llegar hasta él.

Recorro el camino que memoricé el día que Pierre me trasladó desde casa a la Estancia Drákon en su auto, aunque se me torna difícil ya que ahora estoy en pleno día y el paisaje se ve diferente en cada rincón.

Me concentro lo más posible hasta que diviso a lo lejos la calle con cuatro mansiones escondidas entre árboles, y me confirmo a mí misma que he llegado. Menos mal, porque mis piernas se están aflojando y casi me quedo sin aire.

Bien, es un pueblo dentro de todo pequeño, pero recorrerlo de punta a punta no es la tarea más fácil que me he asignado a mí misma, y menos cuando decidí ponerle tanto drama al punto de ir corriendo. Todo por no haber aprendido a conducir un maldito auto a pesar de que papá me insistió un millón de veces en enseñarme a hacerlo.

Dejo de quejarme de mi misma y de mis decisiones cuando estoy acercándome a la casa. Doy unos pasos apurados, cuando veo una sombra a mi lado y siento el peso de un brazo sobre mis hombros que me tira hacia el costado.

Ahogo un grito de susto y me volteo, esperando encontrarme con cualquier sujeto sigiloso del cual no me he enterado. Y ahí está el rubio que no ha parado de perseguirme desde que pisé el pueblo, el que cree que podrá robarse mi confianza solo por tener una cara bonita, el mismo al que acabé gritándole la última vez.

Me percato enseguida de la falta que Oliver me hace. Siempre va conmigo y me lo olvidé por completo. Debe de estar esperándome en la puerta de casa con las orejas bajas como suele hacer cuando cree que lo abandoné. Además, tratándose de Colin, Oli sería mi perfecta ayuda en este momento. Le tiene un gran odio al chico, el cual agradezco muchas veces.

Colin me sonríe como típicamente hace, se acomoda el dorado pelo y suelta:

—Una sorpresa que cada vez que te vea estés más bonita que la vez anterior, princesa.

Gracias, pero no. Ese comentario estuvo de sobra. Realmente piensa así de mí o lo está inventando con mucha estrategia. Teniendo en cuenta las actitudes que ha mostrado con Clementine, no creo que sea muy adecuado que siga tratándome con piropos y apodos bonitos.

Aunque tampoco puedo concentrarme del todo cuando su mano sobre mi brazo comienza a arrebatarme una parte de mi interior como lo ha hecho en los demás encuentros que hemos tenido.

Sin embargo, me sorprende que no se sienta del todo similar. Sí, mi energía se está acumulando en la zona de piel que él está tocando, pero no sale de mi cuerpo, se queda dentro, peleando contra su magnetismo. Y no sé por qué se contiene esta vez. ¿Es él o soy yo la encargada de controlar eso?

—Colin... —pronuncio su nombre mientras intento zafarme sin que se dé cuenta, pero me tiene muy bien agarrada contra su cuerpo.

—El mismo —contesta y me guiña un ojo—. Justo cuando creí que te vería más seguido comienzas a desaparecer de nuevo. —Frunce levemente el ceño—. ¿Acaso estás escapando de algo?

De ti, con exactitud.

—¿Por qué me escaparía? —digo con un tono justo para dejarlo como un completo ridículo.

No responde. Noto que baja la velocidad del paso y me obligo a prestar atención a lo que tengo enfrente. Resulta que todos sus amiguitos están justo en mi pasada, analizándome como suelen hacer, armando una barrera para impedirme avanzar.

OSCURO GÉNESISWhere stories live. Discover now