XXXVII

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Ellos caminaban en silencio, el ambiente tenso entre ellos era palpable. A unos pasos de distancia, la rabia que emanaba de Danilo era tan intensa que Martina podía sentirla como una ola de calor.

Cada paso que daban parecía resonar con la furia contenida de Danilo. Sin embargo, a medida que avanzaban, esa ira se transformaba en una profunda decepción. Danilo se sentía abrumado por la sensación de impotencia y desilusión.

— No puedo creer que pusieron al Martin — murmuró Danilo, rompiendo el silencio con su voz cargada de amargura —. Seguro que lo re compro al técnico —.

Martina lo miró con compasión, entendía el sentimiento que él tenía. Con solo mirarlo se sentía totalmente la frustración que él sentía.

— Lo sé, Danilo. Es injusto... — respondió ella, tratando de encontrar las palabras adecuadas para consolarlo —. Igual los que se pierden son ellos — continúo —. Mira que los re bailabas a todos vos —.

Caminaron en silencio por un momento más, el chico había caído rendido en sus pensamientos.

Danilo estaba luchando contra esa sensación de ser constantemente pisoteado por aquellos que tenían más poder y dinero que él.

Martina en cambio, quería encontrar una manera de ayudarlo a superar esta situación, pero se sentía impotente al no poder hacer nada más por él, que acompañarlo.

Mientras caminaban, y al ver nuevamente su mano, ella tomó la mano de Danilo con delicadeza, examinando la herida reciente que aún estaba fresca. La preocupación se reflejaba en sus ojos mientras inspeccionaba la lesión, temiendo que pudiera infectarse si no se cuidaba adecuadamente.

— Boludo este se va a re infectar si vemos que hacer ahora — dijo Martina con seriedad, tomando a Danilo por sorpresa.

— ¿Eh? — la miro desconcertado —. No, para. No importa —.

— Quédate acá — ella mandó mientras comenzaba a caminar al lado contrario.

Sin decir una palabra más, Martina lo dejó frente a una tienda y se alejó rápidamente. Danilo la observó marcharse, desconcertado por su repentino acto de independencia. Sin embargo, no se quejó; confiaba completamente en ella.

Después de unos minutos, Martina regresó corriendo, sosteniendo algo en su mano. Se acercó a Danilo con una sonrisa, mostrando una botella de agua oxigenada y vendajes que traía en una bolsa.

— Te tenía que devolver el favor — comenzó con una pequeña sonrisa —. Encima que parece que re duele —.

Concentrada, comenzó a limpiar la herida con cuidado, evitando causarle más dolor. Danilo observó su rostro serio, admirando la concentración con la que Martina cuidaba de él.

Cada vez que él soltaba una mueca de dolor, ella soplaba suavemente sobre la herida, como si quisiera aliviar su malestar y ardor. La ternura en sus acciones sacó una sonrisa a Danilo, a pesar del dolor que sentía.

Sánchez se sentía profundamente agradecido de tenerla, y aún no entendía que había hecho para merecerla.

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Danilo hizo una mueca al escuchar los gritos y música fuerte desde dentro de su apartamento, con vergüenza volteó para observar a la pelirroja, quién solo tomó su mano dándole algo de paz.

— ¿Segura vo’? — preguntó sin quitarle la mirada —. Mirá que seguro está el Cochi, todo’ —.

— Igual nomás — respondió ella asintiendo —. Estás re mal si pensás que te voy a dejar solo —.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora