XVI

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Agarren la palomitas q actualic, deaa.

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— ¿Qué pensas hacer si te descubren? — preguntó la pelirroja, peinando su cabello con sus manos —. Estás jodiendo mucho, Uru... apúrate —.

El joven rebuscaba entre los cajones de la dirección, sus manos revolvían la caja de cosas perdidas, o cosas que los profesores le quitaban a los alumnos.

— No puede ser que no esté en ningún lado — suspiró con pesadez —. Ayer nomá’ compré esa pelota —.

— Usas para porquerías tu plata — susurro ella burlona —. El otro día compraste cordones... ¿Para que mierda querés cordones? —.

— Cállate y mira si vienen — ella se bajó con pesar de la mesa y se acercó a la ventana, desde ahí miraban como los niños corrían y venían, o profesores con la cara en un libro —. ¿Viene? —.

— No — negó volteando —. Búscala una última vez y si no la encontras nos vamos, para esto juga’ fútbol en el colegio vo —.

— Ni en pedo me voy sin mi pelota — volvió a rebuscar —. Mira que estaba más cara que una remera firmada por Maradona —.

— Buee — se burló, acercándose a él —. Seguro que no costaba nada, deja de joder —.

Mientras Danilo buscaba su pelota con frustración, Martina, burlona, comenzó a hablar de un chico que había conocido recientemente.

— Sabes, hay un chico que conocí el otro día en el parque — comentó ella, observándolo con una sonrisa traviesa —. Re lindo era, su cabello era castaño y era más alto que yo, mira que era mi tipo, re —.

— Uh, qué emocionante — respondió Danilo con indiferencia, sin levantar la vista de la caja de objetos perdidos.

— Sí, está bastante bueno. Y encima, es un crack en el fútbol, ¿sabes? — continuó Martina, con un toque de burla, al darse cuenta como él respondía más seco.

— ¿Ah, sí? — dijo Danilo, manteniendo su mirada en la caja, pero sintiéndose incómodo.

— Sí, juega mucho mejor que vos — bromeó ella, acercándose más a él.

— Bueno, seguro no tanto como yo — respondió Danilo, intentando parecer despreocupado, pero su tono revelaba una pizca de celos.

Ella rió.
— Esto es nuevo, el Uru se pone celoso — se rió Martina, provocándolo.

— No me pongo celoso, me da igual. ¿Encontraste mi pelota o no? — preguntó bruscamente, intentando cambiar de tema y ocultar sus verdaderos sentimientos.

— No, no la encontré. Dejá, nos vamos — dijo ella, notando la cortante actitud de Danilo. — Vamos a otro lado a divertirnos, no sé, seguro ya te aburriste buscando esa pelota —.

— Sí, tenés razón, nos vamos — aceptó él, escondiendo sus sentimientos detrás de la molestia por no encontrar la pelota.

Justo cuando Danilo se disponía a abrir la puerta, el picaporte se movió. En un rápido acto, tomó a Martina de la cintura y la escondió hacia la pared. La puerta se abrió, revelando al director que hablaba con alguien fuera de la oficina.

Con la puerta abierta, Danilo elevó uno de sus dedos en señal de silencio, colocándolo suavemente sobre los labios de Martina. En ese momento, un escalofrío recorrió la espalda de la pelirroja, sintiendo como fuegos artificiales explotaban en su estómago.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora