VII

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Danilo y Rodríguez se hallaron cara a cara, sus miradas colisionaron creando un momento de intensidad.

Martina se encontraba en un dilema, sin comprender del todo lo que sentía. Para ella, esta situación era nueva; nunca se permitió explorar sus emociones ni acercarse demasiado a un chico. Siendo él el primer chico que le prestaba atención y mostraba interés, la sumía en la confusión emocional.

Martina, confundida y sorprendida, no sabía cómo responder. La idea de que alguien pudiera gustarle era desconocida para ella, y él, con su actitud coqueta y atención constante, añadía un elemento inesperado a su vida.

Estaba dividida entre la posibilidad de una amistad o algo más, y la incertidumbre la hacía sentir vulnerable.

Danilo, en cambio, era un chico audaz, a quien le gustaba desafiar los límites, y lo demostraba en cada partido de fútbol. Su determinación no solo estaba en el campo de juego, sino que también la aplicaba cuando quería descubrir algo.

Aunque normalmente evitaba lanzar insinuaciones a las chicas, algo en la personalidad indomable de Martina lo inspiraba a ser atrevido. Después de hacerla sonrojar, experimentó un latido acelerado en su corazón. La conexión visual entre ambos se intensificó, y él se perdió en la profundidad de los ojos de la pelirroja.

Los ojos de Danilo estudiaban cada detalle de Martina: sus largas pestañas, su nariz bonita y su cabello pegado al rostro por su estado empapado.

Martina, por su parte, observaba el rostro del chico como si fuera algo frágil, notando el brillo en sus ojos y su boca entreabierta.

En ese momento, ambos se dieron cuenta de que deseaban romper el espacio que los separaba, explorar lo que se escondía detrás de esas miradas intensas y descubrir qué podía surgir entre ellos.

Pero aquel tan largo contacto visual fue roto por fuertes estruendos que resonaban a su alrededor, creando un eco en la pequeña villa de Ciudadela. Al levantar la mirada, Danilo vio cómo las ventanas se cerraban, los insultos habituales se escuchaban y se dio cuenta de que eran disparos.

— La concha de la lora — insultó él suspirando —. Nos vamos, vení —.

Martina tapó sus oídos escuchando aquellos fuertes ruidos. Cuando Danilo comenzó a correr, ella bajó la cabeza instintivamente al sentir la vibración de los disparos. Al voltear, se dio cuenta de que la chica se había quedado en el mismo lugar.

— ¿Qué haces, pelotuda? — preguntó él tomando su muñeca, al ver que su cuerpo era una estatua; estiró su brazo —. Vení, dale —.

Ella, aún sin comprender bien lo que pasaba, siguió su camino perturbada. Sus oídos estaban saturados por el exagerado bullicio que creaban los que no podían ser visualizados...los que estaban disparando.

Danilo y Martina corrían a toda velocidad por las angostas calles de la villa, el sonido de sus pasos resonaba entre las casas. A su alrededor, la pelea armada seguía, encontrándose de vez en cuando con los participantes de la misma, pero ambos se movían con agilidad, tomando caminos contrarios para no entrar en aquel conflicto.

El bullicio de la villa contrastaba con la tensión en el aire. Las miradas de Danilo y Martina se comunicaban sin palabras mientras compartían un objetivo común: escapar de aquel peligro inminente. El ruido de disparos cercanos aumentaba la adrenalina en las calles.

Después de estar lo suficientemente alejados de los disparos, Martina tomó la iniciativa y entró en un edificio, llevando consigo al castaño. Ambos se lanzaron a subir un sinfín de escaleras. Cada piso era una carrera contra el tiempo, la respiración agitada de ambos resonaba en el estrecho espacio.

RESCATATE | Danilo Sánchez | Matías RecaltDonde viven las historias. Descúbrelo ahora