·Epílogo: El castillo de algodón ·

8 2 1
                                    

SEVDA





Al llegar a la puerta un rico aroma invade mis fosas nasales. He llegado a la cafetería mejor valorada de Toledo. Hoy es cuando realmente se debería haber ido Kyle a su ciudad natal. Pero lo hizo hace tres días. Al despertar y ver esa carta fue como si la casa se me cayera encima. Pero ha sido un impulso para mí. Comprendo perfectamente su decisión, yo también hubiese hecho eso, al fin y al cabo tiene razón, fue su culpa.

Y es que, muchas veces, nada sale como queremos. Porque hay personas que simplemente no están destinadas a estar juntas, y contra eso no se puede hacer nada. Y aunque duela a más no poder, no puedo ir contra el destino.

Su partida hizo que fuera consciente de lo que había pasado, que por fin asumiera dónde había estado y con quién. Lo que me ha ayudado a intentar superarlo.

La psicóloga me ha recomendado volver a escribir, ya que eso es lo que siempre me ha mantenido a flote. Y eso he hecho, he buscado la cafetería mejor valorada y he venido hasta aquí, solo para abrir mi cuaderno y echar a volar mi imaginación.

—¿Qué escribes? —Una niña de ojos azules y pelo muy rizado aparece ante mis ojos. La sonrío llena de amor.

—Una historia —le guiño el ojo y ella se sienta conmigo. Automáticamente una mujer viene a regañarla.

—Haley —la niña la mira con una enorme sonrisa en el rostro—, hay personas que prefieren estar solas —agarra su mano y tira de ella.

—No pasa nada —le digo a su madre con tranquilidad.

—Es que la traemos siempre aquí, somos amigos de los dueños, y ha cogido demasiada confianza con todo el mundo —le devuelvo una cálida sonrisa, se ve que la niña ha sacado los genes de habladora de su madre—, no has podido elegir mejor cafetería para venir a escribir. Está llena de historias.

—¿Sí? —pregunto llena de curiosidad. Ella lo toma como una invitación para sentarse y coloca a la niña encima de sus piernas.

—Por cierto, soy Ainhoa —me ofrece otra sonrisa—, el hijo de la dueña, ese chico de ahí —señala a un chaval que está tras la barra—, ha pasado por mucho pese a su corta edad. Merecía ser feliz, y por fin lo es —se le humedecen los ojos, se ve que realmente le aprecia—, con esa chica —señala justo al lado de él, la pareja se sonríe con gran amor—, se conocen desde que eran unos renacuajos, pero nunca se han atrevido a expresar sus sentimientos. Hace tres años por fin se confesaron. Y llevan juntos desde entonces.

La alegría con la que dice eso último inunda todo mi ser y hace que algo dentro de mí se active. Es increíble cómo una persona ajena se puede alegrar tanto por la felicidad de otros. Solo he hablado con ella unos minutos, y ya sé que es una buena persona. Se nota en su forma de hablar que todo dentro de ella es bueno.

Cuando las dos se van de nuevo hacia su mesa, el chico que anteriormente Ainhoa me ha señalado, viene a tomarme nota. Leo su nombre en el cartel que lleva y cierro los ojos intentando retener este lugar.

—Gracias, Ethan —le digo cuando finalmente se va.

***

Han pasado dos meses desde que leí la carta, y aquí estoy, justo en el lugar en el que él me dijo, llena de miedo de que no aparezca. En su nota de despedida me dijo que cuando estuviera curada y me sintiera con fuerzas, siempre y cuando le siguiera amando claro, que le llamase. Y eso hice la semana pasada, cuando por fin empecé a sentirme mejor. Él no se ha ido ni de mi corazón ni de mi mente.

Cuando a los lejos veo una melena oscura y unos ojos que resaltan ante la multitud, me tiro a sus brazos con rapidez.

***

Aprieto su mano mientras nos descalzamos, para poder entrar a El Castillo de algodón tenemos que descalzarnos, para no dañar el suelo. Cuando doy un paso, todo ante mi se vuelve blanco, de un color que hasta hace daño en los ojos de todo lo que brilla. Y es que ahora mismo estoy rodeada de luz, por un lado, las pequeñas piscinas naturales, y por otro, Kyle.

Hemos necesitado dos meses de terapia, ambos, y de soledad para poder mejorar como personas. Y en estos sesenta y un días el amor no ha disminuido, sino que ha aumentado aún más que antes. Porque si amas a una persona, y ves que no eres lo suficientemente bueno para ella, tienes tres opciones, quedarte y dañar la relación, alejarte y dejarla ser feliz, o mejorar y ser felices juntos. Nosotros optamos por la tercera opción, porque nuestro amor es tan fuerte que necesitaba ser reparado para poderse dar.

Es nuestro destino, haber sanado para poder estar juntos.


***

El castillo de algodón del que tanto habla Sevda es real, os dejo una imagen al inicio del capítulo.

Su nombre real es Pamukkale, es el nombre turco y traducido al español es "Castillo de algodón".

Debido a una gran actividad sísmica se crearon fuentes de aguas termales. Las cuales arrastran consigo gran cantidad de minerales, que con el paso de los años se han ido depositando hasta dar lugar formaciones de piedra caliza y travertino.

¿No te parece un sitio para soñar? 😍😍

Lector, lectora, gracias por llegar hasta aquí, por sufrir de amor junto a Sevda y Kyle. Por estar siempre de acuerdo con Miriam y amar su forma de ser cupido.
Gracias por una vez más confiar en mí como escritora.

Espero que lo hayas disfrutado tanto o más que yo 🥰

Solo 20 días (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora