· 1: El inicio ·

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SEVDA


Solo 20 días. En 20 días él se irá y todo terminará. Terminará sin siquiera haber empezado. Pero eso aún está por ver.

—¡Venga Kyle!

—¡Que ya voy plasta! —me grita desde su habitación.

A los pocos segundos su puerta se abre y aparece con un pantalón negro y una camisa blanca con pequeños objetos negros. Es la camisa suya que más me gusta. La que mejor cuerpo le hace.

—Luego somos las tías las lentas —digo mirando su pelo. Esta vez lo ha dejado más alborotado de lo que normalmente suele estar. No puedo dejar de mirar uno de sus mechones, que va en sentido contrario al resto, rebelándose.

—Venga vamos anda, que eres una pesada.

Salimos del apartamento y nos ponemos rumbo a la fiesta.

—Es increíble como vuela el tiempo —Kyle me observa mientras ando a su lado.

Mi respuesta es en forma de suspiro, parece que fue ayer cuando nos conocimos y decidimos compartir piso.

—Sí, hemos pasado mucho.

Él me mira extrañado ante eso. No ha pasado gran cosa, para él. Para mí sí. Llegué aquí muerta de miedo tras haberme equivocado de carrera el año anterior. Vine angustiada por separarme de mi familia y amigos y por empezar de nuevo en otra comunidad. Me encontré en este lugar sin conocer a nadie.

¿Y como acabé? Enamorándome de la persona que me quiere como si fuera su hermana.

Mis pensamientos no divagan más porque llegamos a la fiesta. Cinco minutos después de llegar Kyle se va a por bebida y yo me quedo con nuestra amiga Miriam. Aunque mi mirada no está puesta en ella, sino en el chico que se aleja de nosotras.

—Adivina quién no ha podido faltar en la fiesta —Sigo la mirada de mi amiga y me giro para descubrir quién ha venido, aunque no necesito verla para saberlo.

—Belinda —respondo con pesadez.

Ella asiente. No hay fiesta en la que no falte, sobre todo si sabe que va a estar Kyle en ella.

—Sevda, ¿Por qué no le dices lo que sientes y os dejáis de niñerías?

—Porque ya lo sabe. Ya se lo dije hace unos meses. Le dejé una carta en el piso donde le contaba todos mis sentimientos. Pero nunca la nombró. No me dijo nada. No quiso saber nada —ella suspira, pero yo no estoy dispuesta a darme por vencida—. Entiendo que no quería arruinar nuestra amistad. Pero cuando él se vaya, se arruinará igualmente. Así que, ¿Por qué no intentarlo de nuevo?

Le guiño un ojo y tiro de ella para llevarla a bailar, dispuesta a disfrutar de esta noche y hacerla inolvidable.

Tengo 20 días para enamorarle.

Miro a Kyle mientras baila con nosotras dos y no puedo dejar de sonreír. Sus ojos brillan con intensidad y su sonrisa se agranda haciendo que sus ojos se achinen. Su pelo negro se alborota y la gomina deja de hacer efecto, provocando que sus pequeños mechones de pelo deshagan el peinado.

Llevo siete meses admirando su pelo, su nariz, sus mejillas que tanto se sonrojan, sus labios tan gorditos y perfectos, sus hombros, su espalda...

Admirándole a él.

Porque es un dios griego.

Porque es un modelo.

Porque es Kyle.

Cuando se da cuenta de que le miro con tanta intensidad me sonríe y me agarra de las manos para hacerme bailar de nuevo. Como respuesta me sonrojo y me dejo llevar.

Solo 20 días (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora