· 25: Su hermana ·

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KYLE





Cierro los ojos cuando mi amiga sale por la puerta y respiro con profundidad. Estar en este estado me cabrea, porque quiero buscar a Sevda, pero no puedo. Soy incapaz, mi cuerpo no me deja avanzar, ni pensar. A mi mente lo único que vienen son miles de momentos con Sevda.

***

—¿De dónde viene tu nombre? —pregunto lleno de curiosidad. Sus padres son españoles, pero su nombre no.

—En realidad es una historia muy bonita —sonríe con orgullo—, es un nombre turco. Mis padres llevaban dos años intentando tener hijos, pero nunca lo conseguían. Decidieron dejar de intentarlo e invertir ese dinero en un viaje. Adivina a dónde —me mira levantando el mentón.

—¡A Turquía! —grito lleno de emoción. Ha hecho que tenga mucha curiosidad por su historia. Sevda es así, te cautiva de una manera que no puedes dejar de pensar en eso.

—Exacto. Les encantó cada calle, cada pequeño rinconcito, han hablado tanto de eso, que tengo la impresión de haber estado allí, conozco la historia de prácticamente cada calle por la que pasaron. Pero eso es otra historia —hace una pequeña pausa—, uno de sus días turísticos, entraron en un restaurante, era pequeñito, lo que lo hace aún más acogedor. Allí se encontraron a una señora que estaba tomando té —la escucho con atención, esperando con ansias que explique el porqué de su nombre—, cuando ella les vio, se levantó y con una amplia sonrisa se acercó a mi madre. Le tocó la barriga y le dio la enhorabuena.

Sus ojos se cristalizan y mira hacia el cielo intentando reprimir las lágrimas que amenazan con salir. Yo solo la observo, no quiero interrumpir su momento.

—Mis padres apenados le dijeron que estaba equivocada. Pero ella se negó, aseguraba que mi madre estaba embarazada, y de una niña. Siguieron hablando, le contó muchos secretos de ese lugar, además de recomendarles ir a un sitio muy especial: El castillo de algodón.

Cuando deja de hablar la miro con el ceño fruncido.

—Pero cuéntame porqué te llamas así —Me desespero.

—Paciencia —sonríe—, fueron allí, un lugar precioso por cierto, y en ese momento mi madre tuvo la primera náusea. Lo que le hizo pensar que era verdad lo que la señora decía. Nada más salir de allí volvieron al restaurante y preguntaron por ella, pero nadie la conocía, negaban haberla visto —mi boca se abre sorprendido—, no había constancia de esa mujer.

—¿Y tu nombre? —pregunto de nuevo, lleno de curiosidad.

—Eso en otro momento.

Se levanta y se mete en su cuarto.

***

Recuerdo mi enfado de ese día. Corrí detrás de ella y le supliqué que me lo terminara de contar. Pero no lo hizo, me dijo que tenía que ir a un sitio y no tenía tiempo. Ambos nos acabamos olvidando y esa conversación no volvió a salir en ningún momento.

Lo quiero saber, quiero saber de dónde sale su nombre. Para eso tengo que verla.

—Sevda, ¿estás aquí?

Voy hacia su cuarto y me desplomo en el suelo, eres tonto Kyle, ¿cómo va a estar aquí? Sevda está secuestrada por tu culpa.

El timbre suena y corro hacia la puerta.

—¡Sevda! —grito abriendo la puerta.

Pero claro, no es ella. Maldigo en voz baja, Miriam me dijo que no abriera a nadie, y lo he hecho.

Solo 20 días (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora