· 16: La llamada ·

9 3 1
                                    

KYLE


Por fin se va Miriam tras estar con nosotros todo el día. Después de examinar los teléfonos nos tumbamos en el sofá a pensar quién podía ser. A la única conclusión que llegamos fue que tiene que ser alguien cercano, porque ha entrado en nuestro apartamento. Pero no sacamos nada más en claro.

***

Entro en mi habitación y me tiro de golpe en la cama, ha sido un día muy largo. Y como no, cuando más agusto estoy, me llaman.

—¿Si? —pregunto medio dormido.

—Kyle... —Esa voz hace que me levante de golpe. El que me ha llamado es mi amigo. Es...

—Roberto —recalco.

—No te quería molestar, pero es que... —parece que le cuesta continuar—, me ha escrito un número desconocido. La noche que tan borrosa teníamos... ya la recuerdo, Kyle.

Cuando dice eso la boca se me seca y todo mi cuerpo empieza a moverse incontrolablemente. Mi corazón me transmite que no estoy preparado para escuchar esto. Y efectivamente así era, lo que dice a continuación Roberto hace que toda la habitación me de vueltas. Mi vista se torna cada vez más oscura y dejo de ver la puerta, dejo de ver todo.

Justo en ese momento escucho algo en frente mío y consigo expresarme.

—Me mareo... —Las palabras se atropellan en mi lengua y no sé si llego a decir lo que quería.

Los brazos que me rodean hacen que me vaya calmando y me sienta a salvo.

—Kyle —El cuerpo del que viene la voz me zarandea y hace que me despierte.

Cuando abro los ojos descubro que sigo en mi habitación, no me duele nada, estoy perfectamente. Excepto por una cosa, las palabras de Roberto, que no salen de mi mente en ningún momento. Él tiene razón, en cuanto lo he escuchado ha venido todo a mi mente. Pasó eso.

Es increíble las cosas que nuestra mente es capaz de hacer. Tiene el poder de eliminar de nuestros recuerdos aquello que nos duele, que nos atormenta y no podamos soportar. Pero luego, ZAS, en un segundo puedes recordar todo de repente. Porque nunca lo has olvidado en realidad, solo lo has metido en el baúl de los recuerdos, con llave y de difícil acceso.

—Kyle... —escucho una vocecilla por lo bajo—, ¿estás bien?

Sevda me mira asustada mientras pasa su mano por mi brazo acariciando mi piel.

—¿Por qué sonríes? —me pregunta, claramente estresada.

—Porque eres preciosa —Tiro de ella y hago que caiga encima mío.

Ríe a carcajadas mientras le hago cosquillas. Desde que nos mudamos aquí le he torturado con eso, porque tiene tantas que hasta se revuelve, y a veces se cae del sitio en el que está. Me encanta escucharla reír mientras intenta evitar que siga, adoro cómo me mira con los ojitos felices y brillantes.

—Duerme conmigo —añado dejando de hacerle cosquillas.

Ella me mira asombrada pero rápidamente asiente. Al rato se va a ponerse el pijama y vuelve ya con la coleta quitada y el pelo un poco alborotado. No todo el mundo se muestra de esa manera, y no a todos les dejan verles así. Es algo que siempre me ha parecido muy bonito en las parejas, que puedes verle arreglado y que esté guapísimo, y aún en pijama y despeinado te sigue gustando.

—Prométeme una cosa —Me saca de mis pensamientos—. No te vas a separar de mí por lo que las amenazas digan.

La observo mientras me muerdo el labio. No quiero que esté en peligro, y ya la he expuesto demasiado, ahora el punto de mira está sobre ella. ¿Cómo le prometo eso?

Solo 20 días (COMPLETO)Where stories live. Discover now