· 27: No era el plan ·

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KYLE





Al ver quién es realmente el de los mensajes, a mi mente viene la persona perfecta, la que puede hacer que encontremos a mi novia.

Una sonrisa sale de mí con gran energía. Después de estos días tan oscuros, por fin salen unos pequeños rayos de sol. Porque de nuevo voy a ver el sol, voy a disfrutar de su calor, su olor, su vitalidad. Por fin voy a poder apreciar toda la belleza que transmite. Cuando ella se fue, toda la luz que me rodeaba se fue, pero ahora vendrá de nuevo. La cueva se alumbrará, se llenará de música de nuevo.

***

El timbre suena y yo sonrío feliz después de dos horrorosos días, Sevda, cada vez estamos más cerca. Abrazo a la chica de pelo negro que me mira aturdida. Intento hacer tiempo para pensar una excusa, y la más disparatada viene a mi mente.

—¡Cuánto te he echado de menos! —la aplasto con fuerza como si realmente fuera verdad. Escucho su risa coqueta y me separo de ella.

Cuando cierra la puerta frunce el ceño.

—¿Y tu novia? —su pregunta no es realmente esa, con eso quiere decir no dónde está, que ya lo sabe, sino qué ha sido de nosotros dos.

—Estaba equivocado —agarro sus manos y la guío hasta el sofá—, me he dado cuenta de a quién realmente quiero es a ti. Ay, ¡qué mal lo he pasado sin ti! —exagero.

Belinda, por su parte, me mira con cara de malicia, tramando algo.

—Tendrás que demostrarlo —su cara de pilla hace que me den arcadas, pero me las contengo mostrando una sonrisa.

—Quédate a dormir y yo te lo demuestro —le guiño el ojo con un gran dolor en el pecho.

Intento mantener la compostura, pero esto es más difícil de lo que me imaginaba. Me cuesta estar diciendo esto, cuando a la que quiero tener enfrente mío es a otra chica. Pero esto es por ella...

***

—Kyle —me mira atenta—, esto no es a lo que yo me refería...

Señala la televisión encendida y yo suspiro levemente. Sé perfectamente qué es lo que ella quiere, pero es que no puedo, soy incapaz de hacer lo que me está pidiendo. Una enorme bola crece en el interior de la garganta y se hace cada vez más y más grande. Trago intentando que desaparezca, pero no lo hace.

Veo cómo se bebe todo el vaso de un sorbo y sonrío, solo un poquito más.

Me acerco lentamente a Belinda y acaricio su pelo coquetamente, ella sonríe, e impaciente se lanza a mis labios. Mientras que nuestras lenguas juegan, yo solo pienso en lo poco que estoy entendiendo todo, en el deseo que ella tiene, y que tanto quiere que yo apague.

Dentro de mí se está creando lo contrario que en su cuerpo. Mientras ella debe estar llena de fuego, yo cada vez me vuelvo más y más frío. Pero eso es algo que ella no debe notar.

Así que la sigo besando siguiendo su ritmo, hasta que ella deja de hacerlo. Me empuja contra el respaldo del sofá y me empieza a dar besos en el cuello. Lo va intercalando con pequeños mordiscos y lametones.

Hago todo lo que ella me va pidiendo y la sigo el rollo en todo momento. Hasta que se acaba desnudando al completo y los preliminares no le parecen suficiente, quiere pasar al siguiente nivel. Intento despejarme la mente y pensar con claridad, pero no puedo, es muy tarde ya y aún no he averiguado nada del paradero de Sevda.

Voy al baño haciendo tiempo. Ya ha pasado más de una hora desde que le dí esa bebida tan magnífica. He tenido que acudir a las pastillas que el psicólogo me recetó para dormir hace meses.

Salgo unos diez minutos después del baño, y al ir al salón veo como le pesan los ojos y me observa somnolienta.

—Vamos a la cama —la ayudo a levantarse y me tumbo a su lado mientras le acaricio la cara, para después caer completamente rendida.

Enciendo su teléfono con el desbloqueo facial y todo mi cuerpo se llena de esperanza al tener ante mí todas las conversaciones de whatsapp. Entro en el chat que quiero y leo lo más importante. Ante mis ojos está por fin la conversación con su hermano Arthur.

Él empieza a escribir y con gran nerviosismo salgo del chat. Estamos en problemas, si ve que ella lee el mensaje y no contesta, va a ser consciente de que algo va mal. Y no queremos que eso pase.

Cuando llega el mensaje que ha puesto, todo mi cuerpo se paraliza. Le está preguntando dónde está. ¿Y ahora yo que contesto? ¿Qué contestaría ella? Me tumbo en la cama mientras pienso exactamente qué decirle.

***

Abro los ojos con rapidez al escuchar el grito de Belinda justo a mi lado. Al levantarme soy consciente de lo que ha pasado. Me quedé dormido pensando en qué contestar a Arthur, y se ve que llevo así bastantes horas. Porque mi acompañante se ha despertado. Y obviamente, no está nada contenta.

—¡Me has engañado! —acerca tanto nuestras caras que su saliva vuela hacia mi ojo, me limpio con miedo y me levanto para intentar tranquilizarla.

—No, Belinda... —intento negarlo, pero todos sabemos que ya no cuela, me ha pillado.

—¡Estoy harta, de tí, de la puta esa y de Arthur! ¡Estoy cansada de que no dejéis de utilizarme una y otra vez!

Sus gritos se convierten en un susurro y sus mofletes se llenan de lágrimas.

—Belinda... —me acerco a ella con dolor, pero me aleja de un empujón.

—¡No! ¡El plan no era secuestrar a esa imbécil! —abro los ojos de par en par sorprendido—, no me tuvo en cuenta. No me preguntó, actuó solo. Y cuando yo decido no pedirle permiso y hacer lo que quiera, ¡me utilizas!

Todo dentro de mí se remueve, es una persona, y por mucho que se haya equivocado, me duele ver que está sufriendo. Solo es víctima de su hermano, y se ha dejado llevar muy lejos.

—Dinos dónde está Sevda y todo esto terminará.

Cuando me escucha es consciente del plural que he usado y se da cuenta de la presencia de Miriam. Es en ese momento cuando se levanta de nuevo cabreada y me da una bofetada.

—Jamás os lo diré —Intenta salir, pero mi amiga la para.

—Belinda... por favor —hace una breve pausa mientras la suplica con la mirada—, si el plan no era secuestrarla, no estarás de acuerdo en que eso haya pasado, así que, por favor te lo pido, dinos dónde está.

—Jamás —se suelta de un solo movimiento y se apresura a ir hacia la puerta—, pagarás por esto —abre la puerta con ímpetu, pero eso no sucede, se gira asustada y yo miro con rapidez a Miriam—, ¡abridme!

—Dinos dónde está, y tú podrás salir —su voz me asusta, jamás la había escuchado con ese tono tan autoritario, hasta a mí me da miedo.

Belinda se tira al suelo apoyando su espalda contra la puerta y se agarra la cabeza con ambas manos. Su pelo se descoloca al completo y desesperada nos mira.

Nunca me he imaginado en una situación así, pero ahora mismo la verdad que no respondo por mis actos. Mi novia está secuestrada, por mi culpa encima. No entiendo nada de lo que está pasando, ni cómo ese tío está vivo, ni porqué viene a por nosotros. Pero me da igual, yo lo único que quiero ahora es abrazarla, besarla, decirle lo mucho que la amo. Y la única que ahora mismo me separa de eso es Belinda.

Nunca pensé que diría esto, pero, daría mi vida por la de Sevda.

Solo 20 días (COMPLETO)Where stories live. Discover now