Capítulo 69

72.5K 4.1K 3K
                                    

—¡Alena! —insiste mi marido por enésima vez, como si el universo se fuera a desmoronar si no me apresuro

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—¡Alena! —insiste mi marido por enésima vez, como si el universo se fuera a desmoronar si no me apresuro. Sonrío mientras aseguro los últimos broches de mis tacones y me levanto, colocándome el reloj que me regaló y mi anillo de compromiso. Según él, todavía falta sumarle la argolla de casada, pero sinceramente, entre nosotros no hemos tenido ni un segundo libre.

Es comprensible, considerando que se encerró conmigo durante más de una semana. ¡Joder! Casi colapso bajo la insistencia de ese hombre. Parece que sus ganas no tienen un botón de apagado. Sé que aún lidia con sus demonios internos, esos que le susurran que no le pertenezco del todo. Por eso, me esmero en cada momento por demostrarle que en mi mundo, él siempre estará por encima de todos.

Me paro frente al espejo de cuerpo entero y me observo detalladamente, maravillándome de lo espectacular que luzco. Lucho contra una risita, recordando lo exquisito que era mi gusto en el pasado. El vestido azul marino resalta mi cabello rojo de manera fenomenal, y la argolla en mi dedo añade un toque de elegancia. Hoy debería proyectar una imagen ejecutiva, pero no voy a reprimir las curvas que el señor me concedió.

—¡Ale...

—Ya estoy lista esposo mío —hablo interrumpiéndolo, me mira detallándome de arriba abajo, sus ojos se le oscurecen, trago saliva, tratando de mantener la compostura, pero con este hombre, es como si hubiera una conspiración para derretirme por dentro. Desvío rápidamente la mirada para evitar que mi nueva lencería sufra daños colaterales, pero la tarea se vuelve imposible cuando su presencia inunda la habitación. Se acerca, y su colonia me golpea como una ola, dejándome en estado de shock total.

—¿Se te perdió la lengua o qué? —pregunto, sintiendo que necesito crear alguna especie de barrera mental contra su capacidad para ponerme nerviosa.

—No, fue secuestrada por una bruja —responde, rodeando mi cintura con sus brazos y posando sus manos en mis caderas. Mis piernas se transforman en gelatina y mi sentido común se esfuma.

—Quedémonos un poco más... —susurra cerca de mi cuello, y mi resistencia flaquea como un castillo de naipes.

—Lo siento, pero estamos con horarios ajustados hoy. Ya sabes, cosas por hacer, lugares por estar —intento zafarme con firmeza, alejándome de él antes de que me arrastre nuevamente hacia la habitación. No es fácil resistirse cuando mi voluntad y mi cuerpo parecen estar en una batalla campal.

—Esto es injusto, no puedes ponerme frente a semejante tentación y esperar que me comporte como un monje tibetano —se queja, atrapándome y pegándome a su cuerpo para que no haya forma de escapar. ¿Cómo se supone que debo mantener una conversación coherente cuando me está haciendo sentir como una mezcla de flan y fuego? —Es un acto de crueldad ponerme esto delante y luego negármelo. Después de todo, ¿No es la razón por la que nos casamos? —pregunta, con esa sonrisa traviesa que podría desarmar las defensas de cualquier mujer en cuestión de segundos.

PROHIBIDOWhere stories live. Discover now