Capítulo 23

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—¿Cómo sigues? —le pregunto a Sabi, la cual quedó devastada por lo que le dijo el inhumano de mi hermano

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—¿Cómo sigues? —le pregunto a Sabi, la cual quedó devastada por lo que le dijo el inhumano de mi hermano.

—Mal, Alexa, ya no sé qué hacer para que me note. He hecho de todo y nada parece dar resultado. Siento que lo único que estoy consiguiendo es que me odie. De verdad, no sé qué más hacer —me dice llorando. Me lastima verla así, pero tampoco sé cómo decirle que debe rendirse.

—Ya no hagas nada. Tienes que dejarlo en paz. Si él dice que no, es no. Deberías entenderlo porque solo pones a Alexa entre la espada y la pared, y no es justo para ella —dice Daya en un tono brusco.

—Eso lo dices porque no te has enamorado como yo. Ya quisiera verte en mi lugar —le responde Sabi a la defensiva.

—No peleen —interfiero.

—Es que cansa. No sé si quiere que Alexander le dibuje con manzanas que no quiere nada con ella para que la intensa entienda. Es lo único que falta. O sea, ¿no tienes dignidad? Ya te dijo que le dan asco las pelirrojas, que lo dejes de joder, que lo pares, y tú sigues ahí insistiendo. De verdad, Sabrina, me estás preocupando —le dice Daya desesperada.

Los ojos de Sabi se cristalizan de nuevo. Se levanta y, aunque trato de impedir que se vaya, no me hace caso. Se va furiosa con Daya. Con el pasar de los años, ya me acostumbré a sus peleas. Sé que se arreglarán después, pero aun así es incómodo.

—No seas tan dura con ella. Es la primera vez que se enamora de esa manera —le digo a Daya.

—Es que ya no sé qué hacer para que entienda. Esto, en vez de amor, parece una obsesión insana y la perjudicada será ella. No quiero que le pase nada. A pesar de lo intensa, loca e infantil, la quiero mucho.

—Sí, yo también la quiero mucho, pero es difícil amar a alguien que no te corresponde, que siempre te rechaza y que no hace más que lastimarte. En ese sentido, la entiendo. Sé lo que cuesta tratar de alejarte y olvidar —le digo con un nudo en la garganta recordando a mi tormento personal.

FLASHBACK

Despierto cuando la luz del cuarto me da en el rostro. Me incorporo estirándome para tratar de despejarme. Voy hacia al baño a hacer mis necesidades y a darme una ducha rápida. Me quedé a dormir en uno de los cuartos de invitados, ya que la rubia se quedó en mi habitación.

Por lo borracha que estaba, deduzco que sigue dormida. Salgo de la ducha envuelta en una toalla y me dirijo a mi habitación a tomar ropa limpia. Entro al cuarto, el cual apesta a alcohol. Bárbara está boca abajo con los brazos estirados completamente perdida.

«¿Recordará lo de anoche?»

No me quiero hacer ilusiones, pero no puedo evitar que las mariposas revoloteen en mi estómago. La deseo demasiado y si ella quiere, le haré el amor como me lo pidió, pero también sé que sobria es una persona completamente diferente.

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