-...¡No sé cómo no se murió! Todo gracias a mis santos. ¡Oh y su pobre madre! La pobre no quería ni siquiera despegarse de usted -dramatiza con las lágrimas derramándose sin control.- ¡y usted se levanta de repente e intenta huir!.

-¡No estoy huyendo! -exclama al recuperar la voz, pero aún con el escepticismo plasmado en todo su cuerpo. - me duele la espalda de tanta estar postrado en una cama -empieza a divagar.-¿y-y cómo es eso que estuve aquí postrado en esta cama por seis meses? ¡¿Cómo es que nadie se dios cuenta que estaba consciente?!.

-¿De qué estás hablando? ¿Todavía estas intoxicado?. Los doctores dijeron que había tenido una sobredosis e incluso algunos químicos seguían en su organismo dos semanas después de haberlo ingerido... Seguro estás intoxicado... -suelta un suspiro cansado.- seguro y ese lavado gástrico que te hicieron no te ayudo en nada.

Alejandro trato de asimilar que había durado tanto tiempo desconectado de la realidad. Sobretodo porque para él pasaron apenas horas y aunque apenas y se acordaba del inicio de aquel fin de semana, la realidad es que más que asustarse por su posible muerte; se encontraba bastante desesperado por retomar su rutina, volver a sentirse útil y continuar con su pausado plan de reconquistar a Adamaris. Desde que abrió sus ojos no había parado de pensar en ella y le resultaba difícil esperar para verla. Ni siquiera podía imaginarse el tiempo en que no la había visto. Estaba ansioso por volver a verla.

-Como sea, quiero irme a casa -demanda, intentado caminar.

Sentía sus piernas pesadas y la picazón aún no abandonaba su cuerpo pero ahora era soportable. Lucha se interpuso en su camino, mirándolo condescendiente.

-¡Terco como los Alcalá! Va hacer imposible, tiene que esperar a que venga el médico a revisarlo. ¿Hace cuánto tiempo usted está despierto?.

-¿Cuánto crees? -pregunta de vuelta mientras en su cabeza resuena los meses en que estuvo alejado de Adamaris.- lo suficiente para quitarme todos esos aparatos que tenía conectado y lograr ponerme de pie...

En ese instante, la puerta se abre y de esta aparece, Katrina. La enfermera. Ésta al verlo de pie, se queda pálida de la impresión con sus ojos saltones apunto de salirse de su órbita. Alejandro se la quedó viendo, incapaz de no sentir asco el solo tenerla cerca.

-¡Tú! -ruge, señalándola y su voz sonó dura, llena de resentimiento provocando que Lucha lo observé sorprendida notando el cambio repentino en el ambiente, sobretodo lo roja que se había puesto el rostro del empresario.

-Se-se suponía que estarías cuidando de ti las veinticuatro horas del día.

-¡Noooo, pero si lo hacía tan bien! Tanto que hasta intimaba a mi lado. En ese sofá para ser exactos -señala en la dirección izquierda. - desgraciada...

Ante sus palabras Lucha también abre los ojos perpleja sin poder creer lo que escuchaba, al voltear para verla descubrió que ésta ya no se encontraba puesto que había salido disparada lejos de aquella habitación. En un impulso, Alejandro salta de la cama dispuesto a perseguirla, pero sus piernas no le responden y cae al suelo. Lucha salta ah auxiliarlo, pero es detenida por éste.

-¡Atrápala! ¡No la dejes ir! ¡No la dejen ir!.

Indecisa y muy preocupada y consternada por la situación, Lucha se debate entre quedarse o ir tras la enfermera, pero los gritos de Alejandro la hacen reaccionar y corre detrás del único lugar por donde debió pasar. Llamando a gritos a los habitantes de la casa.

-¡A-atrapenla! ¡Ortencia, Carmelo, Moisés! ¡Atrapen a Katrina! ¡Que no escape! ¡Carmelo, Moisés!.

Alejandro intentó ponerse de pie pero su cuerpo no le responde a su cabeza por lo que no tuvo más remedio que arrastrarse sobre el suelo con todas sus fuerzas, recorriendo el mismo camino que Lucha, haciendo un esfuerzo sobre humano porque su cuerpo reaccionará. Pero aún así sentía su cuerpo adolorido por la sobrecarga de movimientos y le resultaba cansado cada uno de ellos, pero el rencor es más grande y se encuentra decidido atrapar a esa mujer. Tenía esa esperanza.

Los Cambios En El AmorWhere stories live. Discover now