🎸 OCHO

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Tell me I'm alive - All Time Low

Cassandra.

Cerré la puerta principal de casa y me recosté sobre ella durante unos segundos. Estaba agotada del día tan largo que había vivido.

Ni por asomo hubiera imaginado que tanta gente se reuniría para apoyar a Jax o más bien, no creía que nosotras hubiéramos organizado todo aquello. La policía incluso tuvo que cortar la avenida a causa de la gran aglomeración que se había formado.

Pero aquello no era lo mejor, sino que el concierto de presentación se había cancelado porque no habían sido capaces de desalojarnos y por tanto, la furgoneta de la banda no había podido acceder.

— Nunca pensé que diría esto, pero me voy a ir a la cama directamente sin cenar — reí ante el comentario de Harper.

— Al menos ha merecido la pena, ¿no crees? - ella asintió, pero pude notar que algo le rondaba por la cabeza —, ¿me vas a decir qué te sucede?

— Adam me sucede — lo que suponía —, pensaba que ambos teníamos una conexión especial, pero me equivocaba. Tenías razón nuevamente.

Me acerqué hasta ella para achucharle entre mis brazos.

— Créeme que se dará cuenta de lo que ha perdido y tú, señorita — le señalé con el dedo — le mandarás a paseo.

De repente, el timbre de la puerta sonó. ¿Quién sería a estas horas? ¿Tal vez el vecino majo del quinto pidiendo sal?

Fui a abrir la puerta para encontrarme con dos rostros esculpidos por los dioses del Olimpo. Cabía señalar que me daba miedo el hecho de haber invocado a cierto señor. ¿No se podía ir a la mierda y dejar a mi amiga tranquila?

— ¡Zanahoria! ¿Nos vas a dejar pasar o vas a seguir admirándonos? — volví a la realidad al escuchar a Nick.

Me hice a un lado para que Nick y Adam pudieran pasar, aunque a este último le hubiera cerrado la puerta en la cara. Lo que rondaba por mi cabeza era, ¿por qué Jax no venía con ellos?

— ¿Cómo estás preciosa? — le preguntó Adam a Harper. Fingí una arcada sin que él me viera — ¿Por qué estás tan callada?

Y tras eso, Harper se dio la vuelta para encerrarse en su habitación tras dar un portazo. Tenía que poner un poco de drama al asunto, por supuesto.

— ¿Qué cojones le pasa a esta? — le miré con repugnancia. Este tío se debió caer de la cuna de pequeño.

— Usa la cabecita, que para algo la tienes. No siempre tienes que utilizar la polla — no sabía cómo me había armado de valor para soltar aquello, pero lo había hecho.

JAX ROCKWELL ©Where stories live. Discover now