Anna-Maria Sieklucka

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KENDRA

—Qué fastidió con esto— me quite los lentes, viendo la entrada del aeropuerto— Más el calor infernal que hace en la ciudad, estoy que muero

No se como termine en esto, mi jefa me pidió de favor en venir a recoger a Anna-Maria Sieklucka. Hasta me produce dolor de cabeza el tener que decir su nombre, para rematar resulta que hoy no hay ningún empleado de servicio para que venga que me toco a mi hacerlo.

Sin nada más entre adentro a esperar a Anna, suspire observando con aburrimiento ver como pasaban las personas en el aeropuerto. Miraba mi reloj con frecuencia. Tenía cosas más importantes que hacer que estar perdiendo mi valioso tiempo esperando a la castaña.

—¡Hola señorita!

—Hola...

No le preste atención a la persona que me hablaba. Estaba revisando en mi móvil los putos vuelos que venían de Ibiza hacia Madrid hace media hora.

—¿Esta ocupado el asiento?

Giro sobre mi hombro a ver a la señora de edad avanzada. Se sienta a mi lado y me sonríe alegremente, le faltaban unos cuantos dientes. Sonrió falsamente a la señora que ni la conozco y no me quitaba la mirada de encima.

—No.

—No le importa si me siento.

—Para nada— trato de no sonar amable. Esta señora sentía que quería decirme algo. Ya que su mirada no disimulaba mucho que digamos.

—¿Me imagino que viene a recoger algún novio?

¿QUÉ? No, no, no ¡no! ¿Esta señora esta mal de la cabeza? Como va decir algo como eso. Era una completa estupidez lo que decía, jamás miraría con otros ojos a Valentina... Por dios Valentina Hendrich novia mía. Jamás saldría con una inmadura, arrogante y engreída como la rubia, primero me pego un tiro antes de que ocurra eso.

—No... Solo vine a recoger a una amiga nada más

—¡Ah perdón!— me miro con pena— Por esa carita que trae pensé que estabas feliz porque te ibas a reencontrar con alguien querido.

—No pasa nada. Suele pasar a veces confundir la expresión con otra.

La señora no sigo haciendo más preguntas después de a ver metido la pata con su pregunta. Le sonrió leve al ver que se iba para recibir a su familia creo.

—¡Maldita sea!— susurró en voz baja— Tengo una hora y media esperando a Hannah Montana y nada que aparece, si en cinco minutos no aparece me voy, no se ha aparecido y ya colmo mu paciencia.

Decidí relajarme un poco. Ya que las personas a mi alrededor me miraban feo, por estar hablando sola en medio de un aeropuerto, suspire nuevamente del coraje contando los cinco minutos y nada que llega.

—¡Al diablo con Anna!— murmuró— Qué se consiga un taxi por si sola y vea como llega a la mansión.

Me levante del sillón viendo por última vez la salida de los pasajeros. Es una pena que la niña no se haya aparecido por ningún lado, pues que vea ella como conseguir un taxi. Sonrio en grande y me puse los lentes, salí por la puerta principal, caminando unos metros hacia el auto.

ONE-SHOT DE FAMOSAS - II (Historias Cortas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora