Capitulo 63

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Australia

/Sidney/

Adara

Las semanas seguían pasado y mi barriga crecía más, los ejercicios eran más difíciles de realizar y la mayoría del tiempo terminaba agitada y totalmente cansada. Las terapias de recuperación seguían en pie y mucho más ahora que los resultados iban mejorando con rapidez.

A Siria ya no la volví a ver y las fotografías las eché a la basura. Dejé de llorar esa misma noche y me dije a mi misma que no debí gastar mi energía en algo que no vale la pena. Mi atención está puesta en un solo punto y no permitiré distracciones de ningún tipo.

Rogelio me visitó esta mañana, admito que me alteré cuando lo vi e hice un gran esfuerzo para que no fuera evidente. El miedo me recorrió cuando creí que venía con Drogven y puede respirar de nuevo cuando se fue y no lo mencionó para nada.

Después de esa visita inesperada y desagradable Diego me llevó a hacer un ultrasonido. Estuvimos un buen tiempo hablando sobre mi bebé, todo indicaba que yo estaba bien para traerlo al mundo y que él venía más que dispuesto a vivir ante todo pronostico.

Me entregó los ultrasonidos en una carpeta que guardé bajo el colchón. La hora del almuerzo se llega y lo vuelvo a mirar con la comida en mano preparada por él mismo. Me entrega las vitaminas que debo consumir y me dispongo a comer junto con él entre platica que me roban carcajadas divertidas.

—¿Has pensado en algún nombre?— pregunta y asiento.

—Derek— contesto firme.

—¿Por algo en especial?

—El que gobierna— llevo mis manos a mi vientre y siento la calidez.—Poder y fortaleza gritan su nombre. Mi hijo es un guerrero por soportar todo este infierno.

—Y su madre es fuerte— sonríe.—Derek Atesh, me gusta.

Lo observo por un instante, se percata de mi mirada y me interroga con los ojos cuando bebe de su vaso con agua.

—¿Qué?

—Necesito salir de aquí.

Noto como se tensa y regresa el vaso a la mesa apartando su vista de mí.

Debo salir sí o sí. Me niego a morir en este asqueroso lugar, dejar que a mi hijo le hagan lo mismo que a mí y que lleve la misma vida de encierro que tuve yo en mi infancia. Debe de ser libre, respirar el aire sin miedo a que lo encierren en cuatro paredes y que le prohíban el contacto con el exterior.

—Eres la única persona que me puede ayudar, ¿Te imaginas tener que ver crecer a mi hijo en este lugar? Yo tuve una infancia triste, llena de soledad y falta de comunicación. No quiero lo mismo para él— se lo hago saber y noto una pizca de tristeza en sus ojos.

Él me contó que tenía una hija, y sé que no le gustaría que sufriera de esta manera tan cruel.

—Yo te voy a ayudar— confiesa y el corazón me da un vuelco.—Sólo esperemos que nazca y saldrán de aquí.

—¿Me lo prometes?— pregunto con ilusión.

—Te lo prometo.

Me levanto para darle un abrazo mientras las lágrimas bajan, desde que empezó a crecer mi barriga estoy muy sensible.

(...)

Cuatro meses después...

—Otra vez.

Trato de levantarme de la cama pero mi enorme vientre me lo impide. Los nueve meses se habían cumplido, solo debía esperar una semana más para que mi hijo naciera y salir de aquí después de casi un año en este encierro.

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas)Where stories live. Discover now