Capitulo 32

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Estados Unidos

/New York/

Adara

Para unos sentir miedo es bueno, dicen que el sentir miedo te protege de cometer alguna locura, que te advierte y te aleja del peligro. Para mi, sentir miedo es bueno porque ahí donde se presenta ese sentimiento, sabes que debes de darle la cara y pelear con el para que no te derrumbe. Enfrentar tus miedos, hacerles frente, es mejor que dejarlos que crezcan y que te hagan flaquear en el futuro.

Temo que ahora que Carlos sabe sobre mi problema decida suspenderme cómo en aquella ocasión. O aún más peor, que me expulse definitivamente de la organización. Así que aquí estoy, frente a su puerta tocando, enfrentandome al miedo que siento al pensar que me puede hacer abandonar estas paredes de las cuales han sido testigos de toda mi vida.

—Adelante— escucho la voz grave de Carlos. Abro la puerta y lo veo de espaldas a mí mirando la ciudad desde el ventanal.

—¿En qué estabas pensando?— fue lo primero que dijo cuando cerré la puerta.—No, mejor dicho; no estabas pensando.

—Carlos...— me interrumpe, girando y poniendo sus ojos zafiros en mí.—¿Por qué no dijiste nada?

—Quería arreglarlo yo. No quería que se enterara nadie— decido decir la verdad, no tengo otra alternativa.

—Evidentemente esto se te salió de las manos— su mirada y su tono era duro.
—¿Quién te busca?— se acerca y queda a pocos metros de mí. Su mirada es acusadora, sé que me juzga.

—No lo sé, no sé que quiere— mi voz tenía una pizca de desesperación.

A pesar de que Carlos no se había alterado podía sentir el peso de su regaño con la mirada que me brindaba.
Se queda unos segundos en silencio, nos observamos uno al otro e intuyo lo que dirá.

—Lamentablemente, no puedo sacarte de la misión de Francia— habla. Me quita un peso de encima, dándome una luz de ilusión al darme entender que no hará nada contra mí para que deje de trabajar.—Sin embargo— sus palabras llaman mi atención y la sonrisa que se había formado en mi rostro fue desapareciendo poco a poco.—Después de que regreses serás suspendida, buscaremos a esa persona, pero si no lo encontramos...serás expulsada.

—No...— logro decir, con un nudo en la garganta y unas ganas inmensas de llorar por la impotencia y la ira.—¡No puedes hacer esto!— alzo la voz.

—Yo, el concejo y tu padre estarían de acuerdo. Ninguno quiere que te lastimen...

Lo interrumpí.—¡Mientes!— mis lágrimas amenazan con salir pero las contengo y no derramo ninguna.—¡Lo que no quieren es que caiga en manos enemigas y tengan lo que ustedes inventaron!

—Eso no es verdad— sentenció, tensando la mandíbula.—Adara eres mi sobrina, Santiago es tu padre y no queremos verte sufrir.

—¡Son unos hipócritas!— si el interitus no puede estar en nadie que no sea yo, ¿A qué le temen?—¡Juro que daré con ese malnacido y lo mataré! Juro que se arrepentirá de haberse metido conmigo.

Salgo de esa oficina dando un portazo y camino con rapidez, tomo el elevador y marco el piso del área oculta para terminar con lo que queda pendiente. Mi mundo no se va a detener por un demente que entró de la peor manera a mi vida, pero que estoy dispuesta a sacarlo a cómo de lugar.

Al llegar a la sala de juntas, todos se encontraban en un circulo reunidos, los jefes dan órdenes y mi mirada se topa con la de Nick que me mira interrogante. Solo niego cómo señal de que todo está más y él entiende.

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas)Where stories live. Discover now