Capitulo 36

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Francia

/Paris/

Adara

Abro los ojos con lentitud, lo primero que veo es...oscuridad. Estoy en un espacio completamente oscuro.

Siento una superficie blanda y caigo en cuenta que estoy en una cama o algo así.
Intento moverme y me percato de algo muy grave; siento cómo algo aprisiona mis muñecas, las sacudo y resuena en la habitación el sonido de lo que parece ser cadenas.

No. No. No.

Me levato de golpe ignorando el mareo que me invadió y jalo las cadenas sin éxito. Tomo aire y vuelvo a intentarlo pero no consigo nada. Toco la textura de esas cosas, son muy gruesas. Sigo con mi tacto y doy a la pared de donde sobresalen.

Esto no puede estar pasando.

Los recuerdos se me disparan en la mente y aprieto las cadenas en las palmas de mis manos al recordar la áspera voz de ese tipo.

Me ha atrapado.

No me rindo, tomo de nuevo las cadenas y las jalo con todas mis fuerzas, pero lo único que gano en un ardor en mis muñecas. De repente, una lámpara se enciende, está en una de las esquinas de la habitación. La luz que brinda me deja ver el cuarto vacío, sólo está la cama, yo y estas estúpidas cadenas.

No sé si es peor estar aquí o en la celda de la central. Este lugar está solitario, y cómo dijo Grabiela: seremos compañeras de celda de perdida. Pero aquí estoy completamente sola.

Me siento en la cama derrotada por no poder liberarme de estas cosas, me recuesto en la pared y echo la cabeza hacia atrás.

No pude llegar a mis compañeros y ellos no pudieron llegar a mí, no sé si Grabiela esté con ellos, aunque es lo más seguro. No sé que estará pasando con todos ellos en estos momentos pero me gusta y me tranquiliza pensar que deben de estar buscándome.

Si, eso deben estar haciendo.

Observo toda la habitación, aunque en realidad no hay nada que ver porque no hay nada. En contra‐esquina hay una cámara, la cual está apuntando a mi dirección. También hay una puerta de acero que evidentemente está cerrada y reforzada.

El cansancio vuelve a mi cuerpo y termino cayendo al colchón de lado, los párpados se me cierran y termino regresando a la oscuridad a la que me sometieron.

(...)

Vuelvo a despertar, un poco más cuerda. Me siento en la cama y me quedo analizando el segundo latido de corazón que escucho no demasiado lejos de mí. Siento una mirada pesada quemar mi cuerpo, no me molesto en buscar al dueño de tal mirada porque la mitad de la habitación sigue en penumbra y es seguro que ahí esta, escondiéndose.

—¿Quién eres?— pregunto al aire.

No contesta, solo escucho sus pasos aproximándose a mi lugar, la luz del foco le pega en los zapatos negros y parte de su pantalón que de seguro es de un traje por la tela.

—El diablo preciosa— un escalofríos recorrió mi cuero al oír de nuevo esa voz, que muy en el fondo se me hacía conocida.—Bienvenida a tu nuevo hogar, mi dulce tormento.

—Sal— ordené y me puse de pie.—No seas cobarde y dame la cara— exigí.

Dio dos pasos hacia delante y yo retrocedí dos, atónita al ver los ojos oscuros que me observaban con fascinación mezclada con perversión.
Mi desconcierto le gusta y su sonrisa arrogante me lo confirma.

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas)Where stories live. Discover now