Capítulo 5

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Estados Unidos

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Estados Unidos

/Nueva York/

Camino por el pasillo lentamente, sin prisa, sin ansias. Escucho las pisadas de Fernando detrás de mí, están a una distancia considerable. Doblo a la derecha en una esquina e inmediatamente ubico la puerta del despacho. Abro la puerta y entro a la habitación, la cierro de nuevo y me posiciono de tras de ella.

Está claro que me miró entrar. El sonido de sus pisadas acercándose me lo confirman. El lugar es muy grande, tiene una terraza que da vista al jardín, dónde está la barda.
Abre lentamente la puerta e ingresa al lugar. Veo su espalda ancha pasar por un lado de mí. Al abrir la puerta no se dió cuenta de que yo estaba tras de ella.

Recorre con la mirada todo el lugar hasta que sus ojos negros caen en mi.

Sonríe y se acerca.

—¿Jugando a las escondidas?— se acerca más y pone ambas manos a cada lado de mi cabeza.

—No.

Si esto hubiera sido el juego de las escondidas, el escondido hubieras sido tú.

Acerca su rostro al mío y pasea su nariz por mi mejilla hasta llegar a mi cuello.

—Jolie femme— habla en francés.

Deja un beso en mi cuello y regresa a mi rostro para darle inicio a un beso hambriento, que, correspondo con la misma intensidad. Su mano viaja de la pared a mi cuello, le da un apretón leve a esa zona, mientras la otra mano la lleva a mi pierna descubierta. La toma y me obliga a rodear su cintura. La cosa se torna interesante cuando cuela su mano a mi intimidad. Acaricia levemente la tela de las bragas sin llegar a darse cuenta del cinturón mientras nos seguimos comiendo la boca. Me impulso contra él, provocando que deje de tocarme y de pasos hacia atrás.

Los juegos nunca son de uno, debe de haber más personas involucradas para que esto sea interesante.

Coloca sus manos en mi cintura, pegándome más a él, desde mi posición siento la erección que tiene. Acaricio su cabello rubio entre castaño y doy pequeños tirones provocando jadeos de su parte. Cruzo las piernas en su cintura y me pone contra el escritorio, la cosa no llega muy lejos, ya que el mismo da entrada al caos.

—Eres tan inocente— gruñe, mordiendo mi labio inferior.

—¿Usted cree?— me balanceo contra él, sacando de su garganta un jadeo.

—Eres una ángel— toma mi barbilla con su mano, mientras que con la otra empieza a desabrocharse el pantalón.

—Un ángel del infierno— ríe por mi comentario y vuelve a besarme. Sus manos viajan al cierre del vestido y lo baja con lentitud.

—¿Señor Castillo?

—No me digas señor Castillo. Llámame Fernando— se entretiene besando el valle de mis senos mientras hablamos. —Espera— se detiene y sube su mirada a mi rostro. —¿Cómo sabes mi nombre?

Hermoso Caos (#1. Bilogía Atracciones Peligrosas) (Editando)Where stories live. Discover now